Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.
Sólo la muerte-Neruda
La noche era
clara, revuelta en un velo blanco de nubes secas bajo la cegadora luz de una
luna redonda cual disco perfecto. No podía aspirar a más belleza, opacando a
las estrellas con su colosal espectro claro como la arena, centenares de veces
más hermoso. Más, penosa era su presencia ante los vertiginosos alaridos de
agonía, de desesperación y de ira. El desconcierto y la tragedia se habían
apoderado de uno de los lugares más apacibles y pintorescos sobre la tierra. La
paz se vio interrumpida tan violentamente, que pese a los estruendosos sonidos
de batalla y sufrimiento, la mente de las victimas permanecía incrédula hasta
que era demasiado tarde. Sacarles del ensimismamiento que cegaba su cordura era
incluso más difícil que batirse en espadas con los autores de semejante crimen…
Fue lo primero notaron los jóvenes que acompañaban al joven heredero al canal
del cual Sasuke los había enviado. En vano desperdiciaron preciosos segundos al
tratar de disipar las dudas de las personas a las que intentaban ayudar, pues
parecían poseídos por el asombro, como dejados sin ojos ni oídos, solo eran
bultos a mitad del camino, sumidos en la desesperación. Esto crispó los nervios
de Naruto, pues no podía dedicar a Sasuke el tiempo que hubiese deseado en sus
pensamientos.
Después de
correr como dementes en dirección opuesta a la barricada, hacia un camino que
parecía adentrarse al bosque pese a estar rodeado por un elevado muro de
troncos de roble, finalmente llegaron a la entrada de tan preciado conducto.
Naruto llevaba en su espalda a un par de críos que había recogido en la carrera
al encontrarlos tirados al suelo, forzando al resto a seguirle. Resulto
verdaderamente impresionante lo rápido que las personas se decidieron a
seguirle una vez que le vieron tomar a cuantas personas podía y gritar al par
de jóvenes que le guiaban hasta el canal: “¡Esto es lo que haremos, toman a
cuanto puedan y corran!”, los jóvenes asintieron y de un solo jalón afianzaban
a cuanto se les cruzara y estos les seguían, la turba de personas desorientadas
que corrían desatadamente se concentró en una sola que bien podía simular un
rio, llevando al centro al joven rubio, quien fue el primero en asomarse a la
entrada del viejo acueducto mientras bajaba de su espalda al par de niños que recién
cesaban el llanto.
- ¡Bien!-
dijo el rubio a prisa procurando ser completamente audible para quienes le
tuvieran cerca, todos se habían detenido en espera de sus órdenes - ¡Tu, tu, tu
y tu! - señaló a un grupo de hombres robustos que se encontraban cerca de él -
¡Ayúdenme a retirar los escombros! – Todo sucedía tan rápido que pareciese que
apenas se habían detenido cuando ya retiraban la obstrucción del canal, muchos
se acercaron a ayudar y otros muchos hacían a un lado los escombros que los
otros retiraban. Pese a la agitación que les embargaba dado el terror que
invadía sus rostros, la mayoría tuvo tiempo para asombrarse de lo íntegro que
resultaba ser el rubio príncipe, levantando con fuerza grandes pedazos de
escombro, y la audaz, o más bien, casi feroz determinación que reflejaba su
rostro. Los aldeanos se sintieron conmovidos y motivados por el acto de
semejante personaje, no dudarían desde entonces en disponerse a él
desinteresadamente – Vamos- al cabo de
pocos minutos tuvieron dispuesto un espacio lo suficientemente grande como para
que cupieran cuatro personas a la vez. El rubio fue el primero en bajar y abrió
amplios los brazos para que joven pelirroja que le había guidado hasta allí
descendiera a su lado, ella saltó sin pensarlo y así hicieron muchos otros
quienes ya abajo ayudaban a descender a los que aguardaban arriba. El canal era
amplio, más no lo suficiente, a lo mucho cabrían diez personas arrinconadas una
contra la otra, pero era extenso y eso complació al rubio, pues al ser una sola
brecha podía dejar a los aldeanos a cargo de su fuga y volver en ayuda de
Sasuke, pensamiento que acaparaba casi todo en su mente.
Descendían
las personas al canal, parecía que jamás terminarían de descender, cuando el
rubio se acercó al joven soldado al que el Uchiha había hecho entrega de los
explosivos – Escucha, cuando terminen de bajar, espera a que se desplacen hasta
ese punto del canal, - Naruto señaló con el dedo un punto bastante lejano
- y haces lo que Sasuke te ha dicho. –
terminó de decirle el rubio con bastante premura en su hablar.
-Pe…pero
señor, ¿qué hará usted? – preguntó el chico con un tono bastante familiar, sin
temor a sonar irrespetuoso, pues ya estaba muerto de pánico y lo dicho por el
monarca le hizo sudar de nervios.
- Debo volver
a ayudar. – dijo dándose poca importancia, como haciendo ver que su deber era
obvio, nadie parecía tener intenciones de cuestionarle, sin embargo, apenas
daba la vuelta hacia la abertura del canal cuando la pequeña pelirroja le tomó
del brazo.
- Pero señor,
no puede abandonarnos ahora. Nosotros no sabemos cómo hacer lo que Sasuke-sama
nos ha encomendado. Si nos abandona, nos está condenando. – la joven procuró
verse hundida en desesperación, aun cuando sus palabras eran guiadas por la
sobriedad que sólo una joven con su astucia puede tener. Había escuchado a la
perfección las instrucciones del marqués, más sus virtuosos ojos, dignos de una
joven enamorada, predijeron esta acción en el dueño de sus afectos, pues en el
momento en el que vio al rubio aún sobre el lomo de Chidori quedó prendida a él
y a sus enormes ojos azules con la ternura de un primer amor adolescente, mismo
que le guio a seguir con la mirada al rubio y atesorar cada uno de sus
ademanes, incluyendo los más simples e insignificantes detalles que advertían
su personalidad, hecho que ahora le permitía predecir semejantes actos de
obstinación en el rubio príncipe. Al verla, con su pequeño y redondo rostro,
sus mejillas enrojecidas y sus ojos castaños destellantes de lágrimas, el rubio
no pudo negarse a su petición, y dedicó el tiempo que faltó para que el resto
de los aldeanos descendieran, a pensar en un modo de cerrar la entrada desde
fuera.
Al pasar un
buen puñado de minutos, minutos que parecieron horas para el desesperado
príncipe que comenzaba a cansarse de caminar en círculos a lo ancho del canal,
finalmente la oleada de personas terminó por descender. Apenas gritaron alegres
los aldeanos cuando el rubio saltaba prácticamente por entre la gente para
poder acercarse a la entrada. Todos, confundidos, poco sabían del plan de
cerrar el acueducto por lo que estaban acumulados a sobre manera haciendo
imposible llegar a la salida. El joven a quien Sasuke había encomendado tan
místicos materiales seguía de cerca los pasos del monarca, a empujones pudieron
hacerse paso, y a gritos empezó a indicar a las personas que se alejaran de la
entrada. Ayudados desde el otro extremo por la joven pelirroja, la gente de a
poco comenzó a adentrarse en el canal del acueducto.
- ¡Bien! –
Dijo Naruto al jovencito que hacía de su sequito entre el tumulto – ¡Dame las
bolsas! – de inmediato el muchacho se las entrego, y deposito el contenido de
la primera en sus manos, era una masilla blanca que parecía bastante común, en
ese momento se cuestionó sobre su verdadera función. Hizo un pequeño hueco
entre la bola de masa y agregó los polvos negros del otro costal. Su hacer
parecía nervioso, nervioso de tan frenético, el rubio expresaba su
desesperación al amasar tal infusión con tan vigorosidad que poco disimulaba el
temblar de sus manos. Dio un par de vueltas a la masa haciéndola mezclarse una
con otra hasta que tomó una consistencia suave y un tanto más oscura, entonces
pensó que sería suficiente, pero no estaba para nada convencido de lo que
sucedería. La pegó en el extremo más alto de la entrada del acueducto, adhirió
la macilla perfectamente a la roca y dedicó a los aldeanos una mirada
indescriptible, pues bien podía estar deseándoles suerte o lamentar el hecho de
su desventura. Justo se disponía a correr en dirección contraria al canal y
volver en busca de Sasuke, cuando al dar media vuelta…
- Hi, hi,
hi. Pero mira lo que tenemos aquí Kakuzo… -
Dos hombres se dirigían hacia él. Uno portaba en la espalda una Guadaña
de tres hojas y el otro se encontraba completamente cubierto de negro, de pies
a la cabeza. Al verlos Naruto no pudo evitar fruncir el seño y cerrar con
fuerza la quitada, tanta que incluso rechinaron sus dientes. – No parece feliz
de vernos… - dijo el hombre de la guadaña a su compañero.
-¡¿Qué
carajo quieren aquí malditos?! ¡Esta gente no les ha hecho nada! – Naruto
estaba desarmado, y era visible su impotencia.
- ¡Lo lamento, de verdad! Pero no podemos
permitir que los aldeanos se vayan. Aún queda espacio aquí… para enterrarlos a
todos. – Dijo prepotente el hombre al tiempo que tomaba con ambas manos su
guadaña. Dio dos pasos en zigzag y soltó un fuerte zarpazo contra el rubio. El
movimiento fue tan repentino y el desplazamiento que el hombre alcanzó con
semejante arma resultaba difícil de creer, más lo realmente increíble el modo
en el que el rubio detuvo la guadaña con las manos ¿Cómo pudo detenerle si el
movimiento había sido incluso invisible para los residentes del acueducto? -
¿¡Cómo?! – el portador de tan brutal ataque miró ferozmente a los azules ojos
del rubio. Era tanta la ira y desesperación que emanaban de sus ojos que por un
segundo dejó a su asaltante sin palabras, completamente congelado. - ¡Maldito
bastardo! – gritó con ira el malviviente y aprovechando su estatura superior a
la del delfín, levantó en lo alto la guadaña, llevando contigo al rubio quién
imprevisto y con la cabeza ocupada en alguien más que su adversario, no previó
el jalón del arma, lo que permitió que le refutaran en el estómago una fuerte
patada que lo devolvió al fondo del canal del acueducto.
-¡HACK! –
Cayendo secamente contra la dura piedra labrada del canal.
-¡Naruto-sama!
– gritó la joven pelirroja, mientras el resto no cabía en asombro.
El portador
del arma se disponía a saltar tras él…
- ¡Hidan! – Le
hizo voltear su acompañante – Recuerda que Tobi nos dijo que lo lleváramos…
- ¡Ya lo
sé…! - dijo desdeñoso – Pero no dijo nada de llevarlo… vivo – dijo más para sí
dando la espalda a su acompañante, cuando - ¡Ak! – una roca golpeó su rostro.
La joven pelirroja se había antepuesto entre Naruto y su atacante con gran
determinación y le había arrojado un pedazo de escombro - Pero miren que tenemos aquí…
- ¡Si le
pones un dedo encima te… te… mataré! – exclamo la pelirroja con un ligero
titubeo.
- Que
sabandija tan valiente. Jajaja… - el ruin bandido apenas se soltaba a reír con
cinismo cuándo…
[¡¡KAPUFF!!]
- ¡Kiaaaa! -
La parte superior del acueducto estalló, forzando a retroceder a los
sorprendidos cuatreros y enterrando parcialmente entre rocas y escombro al
rubio príncipe y a la pequeña pelirroja.
La nube de
humo que levanto la explosión fue lo bastante densa como para inhibir la visión
de todos los presentes durante segundos. Cuando finalmente se disipó los
aldeanos prendieron un par de antorchas y se apresuraron a ayudar al rubio y a
la joven, pues grandes pedazos de piedra caliza los sepultaba.
-
¡Naruto-sama! – gritaban desesperados mientras retiraban los escombros. El
primero en dar señales de vida fue el príncipe, levantándose de los escombros
casi por sí mismo, completamente cubierto de polvo, gris blanquecino como un
fantasma, tosiendo levemente para liberar sus pulmones. Apenas se puso de pié
ayudó a retirar los escombros que apresaban a la jovencita, quien a diferencia
de él se hallaba presa de su cintura para abajo. Tomó bastante tiempo el poder
retirar las rocas que la apresaban, pero finalmente pudo salir con lesiones en
ambas piernas y pies, sin embargo estaba feliz de estar viva, todos lo estaban.
- ¿¡Alguien
tiene agua?! – a prisa todos contribuían en su ayuda. Una mujer de mediana edad
dispuso de agua y pedazos de su vestido para limpiar el rostro de la pequeña.
Así mismo se abrió el paso para el médico del pueblo para que les atendiera.
Todos estaban atentos a los dos miembros accidentados, salvo Naruto, quien no
dejaba de mirar la pila de escombros que ahora obstruía su salida, incluso posó
sus manos sobre las rocas repleto de un agudo dolor que no alcanzaba a disipar
mientras solo podía distinguir el temblor de sus labios. – Naruto-sama… señor –
le llamaba la mujer, con el agua en las manos - ¿Se encuentra bien señor?
¿Quiere hachearse? – esto reubicó sus pensamientos, dejó la pila de escombros
de lado, dio una suave negativa a la mujer y dedicó una mirada seguida de una
sonrisa a la pequeña pelirroja.
- Gracias. –
Solo eso pudo decir, su estado era tan dolido que en verdad no podía expresar
mayor gratitud a tan valiente acto de la jovencita. Ella respondió a esto con
un leve sonrojo y una sonrisa.
Retomaron su
andar, ahora fijado por duros muros, hacia lo que esperaban fuera un lugar
seguro. Nadie sabía con exactitud hacia dónde conducía el canal.
* * * * *
- La gran
revelación que Fumentsu me hizo… fue que para revivir a nuestra casta no hacen
falta tres o dos Uchiha… sólo necesito uno.
[¡SHAZ!] [¡CLINK!]
- ¡¿Qué?! –
con un rápido movimiento Fumentsu fue
batida con fuerza por otra afilada hoja que la separó de su portador,
clavándola en el terroso suelo a no más de tres metros de distancia.
- Me parece…
- dijo el encapuchado autor de semejante contraataque - … que estás contando
mal. – descubriendo al tiempo su cabeza.
- ¡¡…!! –
Tobi se sorprendió cuantiosamente al distinguir, bajo la luz de la luna a su
nuevo contendor - Ha… Hatake Kakashi…
-
Kakashi-sensei… - dijo levemente Sasuke - ¿¡Cómo es que…!?
- ¿De verdad
creíste que existiría un lugar en el que podrías ocultar a mi futuro señor? – dijo con la mirada firme en
Tobi y la hoja de su espada apuntando a distancia hasta su garganta. Más apenas
pronunció lo dicho cuando el enmascarado tomó de su cinto un cuchillo y
arremetió en contra del caballero. El crujir del acero era feroz, tanto como
sus movimientos, fuertes y rápidos, chocando precisa y peligrosamente. Tobi
solo necesitaba de un brazo para envainar su cuchillo y retener la espada del
oficial, mientras con el otro brazo le soltaba tremendos golpes al rostro, el
estómago y los costados que hacían a Kakashi perder el equilibrio.
- ¡Tu
técnica está oxidada! – Exclamo fuerte y airoso Tobi al tiempo que le propinó a
Kakashi un tremendo golpe desde arriba, con lo que lo hizo ponerse de rodillas
al intentar bloquearlo - ¡Ja! – se bufó tremendamente feliz al hacerlo caer,
rematando con una patada al rostro del caballero, lo que lo hizo tirarse al
piso y retorcerse sin más. - ¡Tiene que ser una broma! ¡El famoso perro de la
condesa reina! ¡El único hijo del colmillo blanco! ¡Menuda farsa que resultaste
ser! – dispuso su brazo para lanzarse sobre Kakashi con el filo de su espada
corta dando directo al pecho de su adversario…
[¡SHAS!]
… cuando lo interrumpió una poderosa patada
precisa en la boca del estómago, golpe que hizo retroceder cinco pasos a Tobi y
le sacó de una todo el aire.
-¡Arg!
- No me
subestimes.
Tobi dirigió
hacia kakashi su único y desnudo ojo repleto de ira.
-Bien… -
cogió con extrema calma a Fumetsu que esperaba paciente en el suelo, y
dirigiéndola hacia el peligris que apenas se reintegraba de su reciente
estancia en el terroso suelo, le dijo: – Muéstrame lo que tienes. – Kakashi no
le hizo esperar, y se abalanzo con todo hacía él, protagonizando una justa de
espadas como no se había visto. Ambos contrincantes batían su acero de manera
sin igual, cada cual contestaba cada ataque sin miramientos, sin mayores
contemplaciones, parecían ponerse de acuerdo, pues los filos de las espadas
chocaban sin ceso a gran velocidad, tanta que era imposible predecir el
resultado de la contienda.
Tobi propinó
un duro golpe sobre el brazo de Kakashi, con lo que pudo impulsarlo por lo
menos dos metros sobre el suelo. El caballero se sorprendió cuantiosamente,
pues apenas le quedaban fuerzas para recuperar el aliento y sin embargo, aquel
hombre enmascarado no parecía tener intenciones de dar fin a la contienda, sus
golpes eran tan potentes y fuertes que pareciesen prevenir de una bestia, no de
un ser humano. Poco era el tiempo que podía dedicar a su asombro, pues Tobi
daba un golpe tras otro, no obstante, resultaban extrañamente familiares y
predecibles todos aquellos movimientos, y aunque intrépidos y rapidísimos
constaban de un extraño patrón que no era difícil de adivinar para Kakashi,
situación que consideró de afortunada, pues de no poder intuir de manera tal
los ataque de su oponente, seguramente estaría ya muerto.
[¡CHASS!]
Otro duro
golpe y Kakashi sintió sus pies desplazarse por entre la tierra como si alguien
le halara con una cuerda. Sus fuerzas vacilaban, pues era extremadamente
difícil resistir los potentes golpes del enmascarado y peor aún, moverse lo
suficientemente rápido con el cuerpo engarrotado tras recibir semejantes impactos.
- Ya he
peleado contigo… - dijo más para sí mientras intentaba recuperar las fuerzas -
… antes. Cuándo no tenías semejante fuerza. –
Dejó salir estas palabras al hablar consigo mismo en voz alta, sin
embargo, enorme fue su conmoción al notar un cese repentino a los fulminantes
ataques. Su atacante aguardaba con Fumetsu en lo alto y la mirada sangrienta y
penetrante clavada en su frente. – Yo… te conozco. – Más su adversario pareció
enloquecer ante estas últimas palabras y le arremetió con el doble de fuerza,
para Kakashi apenas le fue posible esquivarlo. Comenzó a evadir
indiscriminadamente cada movimiento, pues sentía la muerte venir a cada meneo
de Fumetsu, sin embargo, echaba atrás
cada vez más, como indispuesto a continuar batiéndose hasta que pudiese
descifrar el misterio de su atacante, pensaba ferozmente, tratando de recordar
a un individuo tan singular, su voz, sus movimientos, incluso su mirada de odio
le resultaban familiar, más no podía atinar de entre todas sus memorias con un
sujeto como tal. ¿Podría ser acaso un soldado al que entrené? ¿Podría ser acaso
un miembro del ejército enemigo contra el que me enfrenté?
-¡Arg! – y
tras evadir una última estocada que a su parecer iba repleta de odio, su mente
le apremió con una única solución: “Debo
quitarle la máscara”. Contestó
entonces nuevamente los ataques, dirigiendo la punta de su espada a la naranjo
mascarada. Tobi retrocedió únicamente la parte superior de su dorso
bruscamente, cayendo en cuenta, casi al instante, de lo que intentaba el Hatake
- ¡Alimaña! – le gritó éste, completamente inmerso en rabia. Los ataques de
Tobi se intensificaron en cuanto a velocidad sin disminuir su fuerza, por lo
que Kakashi se vio forzado a acercarse más a su oponente, facilitándose así el
esquivar los ataque por fuera y concentrarse en los que con tan larga espada,
podría propinarle en las entrañas, los brazos o las piernas. Se acercó así,
tanto que en uno último ataque alcanzó a soltar rápidamente su arma para poder detener
con su mano izquierda el brazo en el que Tobi portaba la letal espada, y con la
otra retener el groso puño que estaba por quebrarle las costillas. -¡Arg!- Tobi
chilló audiblemente repleto de coraje.
- Debes
odiarme mucho como para irritarte por no poder asesinarme. – le dijo a su
contenido atacante, con los dientes rechinando por la exorbitante fuerza que
hacía para mantenerlo inmóvil.
- No tienes
idea. – Dijo Tobi en un tono que a Kakashi le pareció ver formarse en aquella
deforme mascarada una sonrisa. – Nada me daría más placer que asesinarte y
bailar sobre tu desmembrado cuerpo.
- Déjame… -
dijo Kakashi en un pujido – desearte suerte. – vociferó al tiempo que inclinó
su cuerpo rápidamente hacia su costado derecho desviando así el filo de la
espada de su oponente, y con el tiempo apenas suficiente para tomar del cinto
de Tobi su cuchillo y perfilar su filo
hacia la mascarada partiéndola por la mitad. No obstante, con la cabeza gacha
ante tan rápido movimiento Tobi arremetió una rápida cuchillada al brazo
derecho del Hatake. Kakashi se echo hacia atrás tan rápido como pudo, sin
embargo su brazo se tiño rápidamente de rojo intenso, y sin más un segundo
después le fue imposible moverlo.
Tras dedicar
un segundo en su mirar a su desvalido brazo inerte, regresó la mirada al
enmascarado, que aún portaba la máscara partida por el centro en su rostro,
sosteniéndola con su mano, como siendo incapaz de creer que le habían
desenmascarado.
- ¡Da la
cara! ¡Cobarde! – le gritó Kakashi sin advertir las ansias que le entraban por
conocer el rostro de tan duro oponente.
- Mira quién
lo dice… - Dijo levemente Tobi, quién a diferencia de Kakashi, no manifestaba
el menor signo de cansancio - … la
persona que jamás descubre su rostro. ¿De quién crees que aprendí a cubrir el
mío?- dijo con desdén mientras descendía la máscara de su rostro, hasta que
finalmente terminó de quebrarse en su mano.
- ¡¡¡ha…!!!
- Hola…
Kakashi.