Capítulo 45: El paraíso.



Cada parte de mí ¡reclama!, ¿pero qué es lo que demanda? me dices… y simplemente puedo contestar lo que a mi conciencia es obvio y completamente imprevisto por ti… “aquello que sólo tú puedes darme”… y aún en contra de tu vago pensamiento… lo que quiero no son tus carnes, tus miradas, tus caricias desatadas como coleta de pez estancado… ¡no!, lo que quiero va más allá de tu conciencia y de la mía, es aquello que no puedo ver, lo que eres en verdad y nos es desconocido… sí, ¡nos!... porque no soy sólo yo quien ignora tu verdadera naturaleza, también eres tú, quien me acosa con sus gatunas miradas y me seduce con tan atrevidos movimientos… Me embriagas amor, sí, todo eso que veo de ti me pierde, me desorienta, porque lo que más me gusta de ti, lo que ¡realmente quiero!, no es todo lo que me maravilla cual veo, sino todo aquello que se oculta a mis ojos y los tuyos… y me hace preguntarme cada noche, aún aquellas en las que explotas en mis brazos… “¿Por qué…? ¿Por qué es que te amo tanto?”


No paso mucho tiempo para que por medio del mayor de los hermanos Urchiha se dispusiera de todo cuanto necesitaban para emprender esta nueva empresa, este viaje, cuyo destinatario era aún un invento… un absoluto desconcierto para muchos dispuestos a aventurarse en él. Entre ellos, los supuestos guardaespaldas de tan malaventurado amante, a quien, sin duda, seguirán al infierno, lugar que no descartaban como destino probable.

En cuanto el mayor de los Uchiha mencionó el sano acto de marcharse, el resto de la guardia siguió, de manera autómata, cada una de sus indicaciones. La incertidumbre no podía ser peor, pero era anteponer en una báscula el mal “conocido” con el mal “por conocer”. No hubo necesidad de someterlo a votación, no hubo necesidad de explicaciones, el sólo sórdido eco de las palabras, pronunciadas por aquel que se hacía llamar Tobi, resonando en sus mentes, era recuerdo suficiente de lo peligroso de su estancia.

  Sin más, cubrieron sus desnudos cuerpos, los amanes que hacia un segundo disfrutaban de la cálida caricia de sus pieles bajo aguas tibias… Sasuke cubrió gran parte de su dorso y su cintura con aceros asesinos… Al verle ajustarse al cuerpo cada uno de ellos, el príncipe, quien aguardaba a su costado, completamente taciturno, no pudo dejar de cuestionarse ¿era acaso a la guerra a lo que partirán? ¿Dónde, cuándo, porqué?, parecía que debía  de estar dispuesto a presenciar una masacre.

- Lo siento… - externó el rubio con un tono quedo y pasivo, lamentado, pues al ver las dagas embonar en los costados de Sasuke, no pudo evitar recordar a Fummetsu, la espada a la que había perdido.

- ¿Qué? – Sasuke se sobresalto tan inesperada exclamación, mirando al rubio por sobre su hombro.

- Traje conmigo tu espada…

- ¿…? – Sasuke pareció no entender.

-Tu espada, la que dejaste en tu habitación de palacio.

- ¡…! – la recordó entonces - ¿Qué le sucedió?

- Este sujeto… Tobi, me la ha quitado.

- … - tras escucharlo, Sasuke pareció perder todo interés sobre el tema, y volvió a su labor, poniendo su enorme capucha sobre sus hombros. Volteó nuevamente hacia el rubio, caminando con un maletero en mano [Chuu] le dio un suave beso, de esos que acostumbran los viejos matrimonios – No importa. – le dijo dándole al tiempo a sostener el maletero.

Salieron juntos de la cabaña, aturdiéndose al tiempo por la claridad del día. Sasuke se dirigió hacia las pequeñas trancas en las que tenían a Chidori, y Naruto le siguió. Al reencontrarse con tan espléndida bestia, tanto la criatura como su amo, parecieron suspiran en calma, reconfortados. El Uchiha acarició el hocico del potro…

- No puedo creer que le trajeras hasta aquí. – Naruto solo sonrió – Pensé… - Sasuke volteó la mirada hacia el príncipe – que le tenías miedo.

- Si… - dijo burlándose de sí mismo el monarca – tenía.

- [chu] - Sasuke le sostuvo del cuello y le beso tiernamente de nuevo – Gracias…

Tras tomar a Chidori, se encontraron con el resto de los aventureros al borde del bosque. A Sasuke le generó gran fastidio ver al resto de la guardia del príncipe a expensas de su hermano, esperándoles.

- ¿Qué hacen estos aquí?

- Van con nosotros. – sentenció el Uchiha mayor, con lo que dejó a Sasuke sin la posibilidad de renegar y una arruga perfectamente marcada en su seño. Por otro lado, el rubio se hallaba rebosante de alegría de estar con su equipo de guardas nuevamente. Estando con ellos se sentía más dispuesto.

Caminaron mudos por el bosque durante el resto del día. Tanto Sasuke como Itachi caminaban sin decir palabra uno al lado del otro, con Sasuke llevando de las riendas a Chidori y el resto de la guardia e incluso de Naruto siguiéndoles a un par de pasos. Naruto mantuvo la pastura fúnebre del resto hasta el momento en el que el sol se ocultó, sin embargo, miraba detenidamente a Sasuke y al resto de su guardia, preguntándose lo que cada uno de ellos pensaba, ansiando tomar de la mano a Sasuke, besarle, abrazarle… y a su vez avergonzado por pensar en ello en lugar de en la situación. Acto ingenuo o sumamente inteligente, pues mantenerse embriagado por los acontecimientos resientes entre él y el Uchiha, le absorbían lo suficiente como para hacer, inconscientemente de lado todo lo demás.

Cuando el sol se ocultó se vieron obligados a resguardarse en la luz y el calor del fuego, por lo que no fue necesario asignar tareas, cada uno sabía lo que tenía que hacer, cuando algunos partieron por leña, otros ya desempacaban alimentos, aseaban en medida de lo posible el lugar y acomodaban improvisados lechos de pieles y mantas sobre el césped.  Sin embargo, Naruto, un tanto ajeno a los roles que parecían haber sido asignados previamente, se acercó a Sasuke, quien emparejaba un leve montículo de tierra para evitar filtraciones de aire que apagaran el fuego y disponía rocas a su alrededor.

-Sasuke, ¿En qué te ayudo? – le dijo, y el Uchiha, con expresión incrédula le miró, se le quedó mirando con los ojos muy abiertos como si viese en él una intrincada escena, indescifrable, y al final, solamente anuncio…

-En nada. – y continuo barriendo su bota alrededor del montículo, cual pisando un insecto.

- Entonces… ¡Ha, ya sé! Traeré agua del riachuelo, no está lejos… - el rubio se disponía a correr en marcha de tan básica labor, cuando el moreno le detuvo del brazo apenas dado un paso.

-Pronto se podrá oscuro. – Fue lo único que le dijo y le soltó, dando vuelta otra vez, como si dentro de sus palabras existiese un lenguaje secreto, el mismo mediante el que todos operaban y que ahora quedaba claro, desconocía seriamente.

- Sí… ¿Y…? – El Uchiha le miró de nuevo, deteniéndose esta vez, estupefacto.

- Ya te lo dije, no puedes ir solo tan lejos. – El rubio pareció entender entonces, pero seguía inquieto, mirando la ocupación de todos de un lugar a otro, con gran ansiedad.

- Bueno, entonces, dime que hacer… - para Naruto, decir algo así no significaba nada, quería ayudar, eso era todo, pero Sasuke se congeló tras escucharlo, pareció molestarse y sólo le sentenció de manera acertiva.
- No hagas nada. – de nuevo sus palabras no tenían sentido para el rubio. Así que esta vez optó por ignorarle y buscó que hacer; pronto se dio cuenta de que el moreno disponía rocas alrededor del montículo y que harían falta un par de troncos para sentarse alrededor de la futura fogata, así que con gran ímpetu se dirigió hacia los arboles que les rodeaban en busca de troncos útiles, no paso mucho para que encontrara uno, mismo que se cargó en hombros y encaminó hacia el asentamiento que recién construían.

- ¡Señor! – le dijo Sai un tanto alertado, demasiado, considerando su acostumbrado estado taciturno, le alcanzó a trotes y sostuvo el tronco – Déjeme hacerlo por usted.

- No te molestes Sai, mejor ve por otro…- señaló el monarca el lugar del que le había sacado – harán falta un par más.

- Sí mi señor, lo haré en seguida, pero, permítame llevarme este…

- No hace falta Sa…

-¡Insisto! – Esta actitud terminó por desconcertar al rubio, nunca había visto a Sai tan exaltado.

- Ya te he dicho, no hace falta. – Naruto, con su terquedad característica, se negó, y continuó cargando el tronco hasta el asentamiento pese a las ‘suplicas’ de Sai. Apenas regresaba de entre los árboles, cuando el rostro molesto de Sasuke le daba la bienvenida acompañado de un seco cruce de brazos, pues estando ocupado, el Uchiha no dio cuenta del momento en el que el rubio desapareció. Sasuke terminó de encaminarse hacia él y apenas le tubo al alcance colocó sus manos en el tronco junto al cuello del rubio, al hacer esto, Naruto le inclinó hacia adelante para darle el tronco, el Uchiha no tuvo necesidad de decírselo, más para su sorpresa, apenas recibió Sasuke el tronco, lo aventó a Sai, quien lo atrapó sin problemas…

- Colócalo y ve por un par más. – Sai inclinó la sien a manera de afirmación, y prácticamente corrió a ejecutar la orden, Naruto se quedó congelado, con los ojos como platos, ¿Qué demonios pasaba? Sai parecía temeroso de Sasuke, ¿De qué se había perdido que ahora no entendía lo que pasaba frente a sus narices? – Te dije que no anduvieras por ahí sólo. – la voz de Sasuke apenas le hizo reaccionar.

- No estaba sólo, y no me he ido lejos de aquí.

- No es divertido, pudo haberte pasado algo. A partir de ahora: no te apartes de mi vista. – Repentinamente, el sentimiento del rubio fue nuevamente, el de un pasmoso confinamiento, con todos ocultando cosas a su al redor, decidiendo hasta la más mínima acción en su vida. El monarca entristeció, mostrando un gesto de decepción y lamento como nunca antes, pues quien al parecer dirigía ahora esta operación, era quizás la persona que más amaba. - ¿Naruto? – Sasuke al ver su expresión se alarmó, más en su cabeza no cabía otra idea que la de que el rubio sufría de algún dolor - ¿Estás bien? ¿Te duele el estómago? ¿Tienes hambre…?

- ¡…! – El rubio le envolvió en un abrazo y con la voz quebrada por el acoso del llanto, le susurró al oído – Sé que me pediste que esperara… pero ya no… ya no puedo más.





En lo profundo del bosque.
- Necesitamos hablar… - el resto de la guardia acorralaba a Sai, quien aún se hallaba ocupado con la tarea encomendada por Sasuke, en cuclillas, despojando de la maleza a un viejo pedazo de tronco. Shikamaru recargó su peso en el groso árbol que estaba justo en la frente de Sai, y se inclinó a su altura para hablarle en un tono demandante pero extremadamente quedo para la rudeza de su expresión - …eres el único que puede confirmar el relato del tal Tobi. – todos sabían que Sai era un fiel lacayo, callado y poco temperamental, pero fiel como un perro, criado por la guardia desde sus primeros años de conciencia, tal cual, tenía acceso a información ultra secreta, como los pasadizos de la mansión, y estuvo, sin duda presente en todo acontecimiento relatado por el airoso ‘Uchiha’. – Dinos, ¿Es verdad o no? – Sai se puso de pie bruscamente, con el tronco a cuestas.

- Sí. -  Shikamaru, dudoso de tan firme contestación y reconociéndose a sí mismo en negación ante la tremenda traición de los Uchiha, le sostuvo una fuerte y sínica mirada a Sai, quien se mantuvo tan tranquilo como siempre.

- No sabes mentir. – le sentenció burlón el estratega. Sin embargo, en respuesta Sai dio un par de pasos hasta ponerse a su lado y con inquieta discreción le dijo.

- No por nada eres el mejor que se haya conocido. - ¿El mejor?  Sai no dijo nada más y se marcho, dejando a Kiba y a Koji tan desconcertados que sentían caer de sus manos los leños que celosamente cargaban.

- El mejor…





Sasuke llevó al rubio príncipe hasta el más grueso árbol que daba espalda al asentamiento, se sentó tras las raíces del mismo y extendió sus manos al rubio para que lo hiciera a su lado, Naruto se dispuso a su lado. Sasuke comenzó a acariciarle, tallándole con la palma de sus manos sobre la gruesa capa que cubría los brazos del monarca para brindarle calor. Tenía el cabello del rubio picándole la nariz, y las ansias de tocarle, de besarle y de poseerle le hacían desencajarse por segundos. Finalmente y con extrema precaución, besó la mejilla del rubio y acercó sus labios a los oídos de este.

- No sé cómo te sientes… - le dijo, Naruto podía sentir su respiración en el oído y la suave caricia de sus manos sobre sus brazos, era demasiado cálido - …lo lamento amor. – Sasuke le besó de nuevo en le mejilla, encaminando sus labios a los del rubio. Se miraron fijamente unos segundos, con sus bocas tratando de atraparse, como si sus visiblemente húmedos alientos hicieran de sogas que les ataban. Sasuke comenzó a besar a Naruto y perdió la noción del mundo, en menos de un minuto ya le había rodeado con sus piernas y sus manos buscaban entrar debajo de sus ropas. Naruto estaba igual, deseoso de Sasuke, de sus caricias, del sabor de sus labios, pero sus sentimientos eran confusos ahora, y no podía soportar la idea de ser manipulado ¿Y si todo lo dicho por Tobi era real?

- ¡Ha! – este pensamiento le sobresalto, aventando de encima suyo al marqués, de momento sintió pánico,  tanto que la vista se le nublo.

- Escuchame… - Sasuke pudo advertir este miedo y desconcierto en su rostro, semejante confusión no podía ser concebible para la mente – escúchame Naruto… - sostuvo las mejillas del rubio, evitando que siguiera moviéndose, completamente desorientado, atrayendo así su atención y su desquiciada mirada - … te amo, te amo. – le beso tiernamente abrazándole al paso, sosteniendo el cuerpo entero del rubio entre sus brazos y piernas. – No hagas caso. Olvida todo lo demás. Nada es importante. Lo único que importa es que te amo. – le besó en la cabeza mientras el rubio se aferraba a él semejante a un niño pequeño.

- Quiero creerte… yo…

- Escucha… - Sasuke aligeró el abrazo y le miró de frente - …sin importar lo que veas, lo que oigas o lo que sientas. Te puedo jurar que te amo, te amo como nunca he amado a nadie y como jamás lo hare, y eso nunca cambiará.  – Tomó la mano del rubio y la puso sobre su pecho, permitiéndole sentir la fuerza de su corazón – Y estoy dispuesto a dar mi vida para probártelo.

- … - Naruto pareció tranquilizarse, con la nariz roja y los ojos vidriosos, finalmente suspiró. Estaba tan enamorado, que con certeza sabía, que nada le dolería más en el mundo, que el saber semejante juramento de amor, una mentira.

Todos merendaron alrededor del fuego, bajo un silencio fúnebre, como había sido la caminata hasta llegar ahí. Más al terminar la cena, el príncipe y Sasuke se dispusieron nuevamente tras el árbol de su estadía anterior, prestando para sus oídos una charla mucho más amena y sin tabúes.

- Este cielo, las estrellas, me recuerdan el día que te conocí. – prácticamente se habían recostado sobre las raíces del árbol, abrazados con sus capas haciendo de lecho y una manta cubriendo sus pies hasta sus pechos.

- Si lo recuerdo. – Naruto miró a Sasuke mientras el moreno contemplaba las estrellas, pensando entonces, que desde mucho antes de su posición de príncipe, el Uchiha le había jurado amor eterno, pensamiento que afianzaba nuevamente su corazón a su pecho – Y tu ojo morado…

- ¡Oye! – Levantase sobre sus codos para mirar al rubio.

- Jajajajajaja….

- No es gracioso, pudiste dejarme ciego.

- No fue culpa mía, tú recibiste la bola con tu cara. – Al recordarlo el moreno se agazapo.

-Igual que tú lanzándote al risco. – Ambos no podían con la hilaridad guardada por semejantes recuerdos.

- Jajajajajaja Sí.

- Te amo. – Sasuke estaba recostado sobre su brazo, adormecido y anonadado mirando al rubio quien apenas le escuchó y le miró, puso exactamente la misma expresión.
- Y yo a ti. – Sasuke le tomó de la mano y ambos extendieron sus cuellos hasta enlazar sus labios en un tierno beso de buenas noches. – Te amo…