Caítulo 35: El destierro... primera parte


Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros,
separados del mundo, dichosa, penetrada,
y cierto , interminable.

Nos morimos amor…

“No es que muera de amor”, Jaime Sabines


Existen momentos, que se dan escasamente, pero que inclementes, nos arrebatan suspiros, nos arrancan de la garganta una palabra, nos amenazan y atormentan como la muerte misma; momentos en los que abrumados, debemos tomar una decisión, en la que nuestros sentimientos, cabildantes estrujan nuestra alma… mismos en los que somos capases de todo… por un beso, por la ilusoria oportunidad de decir: te amo, por la ingrata idea de morir… de morir amando.








-    ¿Te marchas ya? – Fugaku acudía, a primera hora, a encontrarse con su hijo.

-    Estando todo listo, no veo necesidad de esperar. – Esa mañana, partiría comandante de una tropa de soldados a territorio rebelde. La noche anterior, tras la audiencia con la reina, se había dispuesto de todo lo necesario para no hacer esperar más dicha encomienda, se le había dado órdenes de regresar a casa, enlistarse y partir a primera hora, zarparían a medio día, como guardias de un navío comercial, se debía actuar con toda la prudencia posible.

-    Hijo… - Fugaku, quien observaba a su hijo ajustarse las botas, estando aún sentado sobre el lecho, se acercó hacia él, tomó con suavidad una de las pálidas mejillas, forzando al joven a mirarle directamente a los ojos. El rostro de Sasuke volvía a ser el mismo, completamente gélido, inexpresivo. Su padre se conmocionó de alegría, le había recuperado, al fin, ¡su hijo!, su hijo había vuelto, dispuesto a tomar partido en la contienda, dispuesto a reclamar su derecho – Por un momento dude de tu lealtad – Sasuke sostenía la mirada, tan firme como al principio – Me alegra haberme equivocado. – Fugaku soltó al muchacho, tomando un tiempo para sí, para sus pensamientos repletos de orgullo y brindando lo que parecía una sonrisa complaciente, dijo a su inexpresivo retoño: - Dame un segundo… - dicho esto salió de la habitación, para regresar en cuestión de minutos, más a su regreso, el joven Uchiha no pudo evitar su efusividad, su conmoción,  su consternante alegría – Tómala hijo… – Fugaku disponía a su hijo el más sagrado de los tesoros de la familia Uchiha: Fuumentsu, la legendaria espada de Uchiha Mandara, el primero de todos, el más prominente de los guerreros, arma inactiva blandida únicamente por el más capaz y poderoso de los hombres. Sasuke permaneció observándola con codicia, desde antes de que tuviese uso de memoria, esa espada era uno de sus más grandes anhelos, poder sostenerla, poder blandir esa perfecta hoja de acero, escucharle crujir contra los huesos, teñirle de rojo fuego… resulto conmocionarte darse cuenta de la facilidad con la que su mente se perdió en el fino tallado de oro y plata, en la reluciente gema carmesí de su centro y la finura de la hoja, resplandeciente como espejo y tan despiadada y peligrosa. Al moreno el terror de su codicia le hizo cavilar al respecto, no quería tomarla, estaba congelado frente a ella, debatiéndose el derecho de empuñarla… - Quiero que la uses y atravieses con ella el corazón de ese vasallo… pórtala en el momento en el que le devuelvas a esta familia, el lugar que le corresponde. – Sasuke quedó paralizado, aferrándose a los ojos de su padre, aferrándose para no flaquear con la mirada, para no demostrarle toda su indignación. Finalmente, en un estallido de coraje, sostuvo la empañadura, y dejó que el peso de tan estupenda arma (que era casi nulo) le encandilara, batiendo en fuego sus ojos al contemplarla – Me pondré en contacto con tu hermano una vez que se reúnan… - agregó el padre de Sasuke, interrumpiendo así aquella introspección.

-    Padre… - agregó Sasuke ya más disuelto, a la vez que ajustaba a Fuumentsu a su cinturón - ¿Por qué he de ser yo quien tome el trono y no Itachi?

-    Tú eres el indicado hijo. Solo tú puedes adentrarte a palacio sin ser cuestionado, solo tú puedes ponerte al alcance del vasallo y reclamar nuestra herencia.

-    ¿Sólo se trata de eso?

-    No… - el moreno, sorprendido alzó la mirada hasta su padre en espera de una aclaración – tú tienes algo que a Itachi le falta. De alguna manera, las personas se disponen ante ti, te alaban y admiran de una manera cándida. Eres joven y hermoso, tienes la fuerza de diez hombres y la inteligencia de veinte más. El pueblo entero se postrará ante tus pies gustoso… - Sasuke hizo una seña a su padre para que no siquiera, este enmudeció, pues la conmoción del joven era palpable, le había obligado a bajar la mirada, dispuesto a derramar lágrimas de alegría, resistiendo cuanto podía esa emoción forzando la quijada y frunciendo el gesto hasta que la emoción se disipara, pero era tan fuerte, como una llamarada de ardiente fuego expandiéndose dentro suyo – Incluso ahora… - agregó Fugaku al tiempo que ponía una de sus palmas sobre el hombro de su hijo, sintiendo así el digno temblar de la alegría - …la pasión te envuelve y se muestra contagiosa a tu alrededor… - más con esto último el joven mozo exploto, soltando un abrazo deseoso sobre su padre, tantos años había soñado únicamente con esas palabras, con ese intimo encuentro, con el amor y el reconocimiento de su padre como un único, como él y como nadie más. Amaba a su padre, realmente le amaba, pero ser amado y reconocido por traicionar a la persona que más quería, le triscaba los nervios, le convulsionaba y le hundía en la contrariedad, en verdad se convertía en mártir de sus propias emociones. Fugaku correspondió calmoso el abrazo, apenado por el llanto de su hijo – En verdad que aún eres un niño Sasuke… - Sasuke dejó hundir su llanto en los hombros de su padre, hacia tanto que contenía el llanto, hacia tanto que deseaba un abrazo… - Mi muchacho – Fugaku aló con suavidad a su hijo hasta verle el rostro nuevamente, completamente enrojecido y feliz, su expresión emanaba tanta calma y regocijo, que Fugaku no pudo más que complacerse por ello – Ceca esas lágrimas – Sasuke obedeció en el acto – Y prepárate. - el abrazo aún no era historia, se mantenía, discreto, únicamente conformado por el reposar de sus manos y la cercanía de ambas espaldas.

-    Sí señor.

-    No nos veremos hasta que todo esto haya terminado y dejes de ser mi hijo… - Fugaku soltó uno de los hombros del muchacho, para posar su mano sobre gran parte de la estrecha quijada de su hijo, dio un par de palmaditas leves y continuó: - …para convertirte en ¡mi Rey!







-    Mi querido duque. Me gustaría intentar persuadirle para que posponga un poco más su partida, pero si es su deseo marcharse, me temo que no puedo impedírselo. – Tsunade había abordado a Gaara a primera hora por la mañana, una noche anterior se le había informado sobre su inesperada partida, más dados los resientes acontecimientos; no podía existir acción más prudente.

-    Tengo asuntos que atender… - el duque le contestó pasmosamente, sin darle aún la oportunidad de encararle, ambos se encontraban ante el balcón principal de palacio, un ventanal verdaderamente increíble, posterior a la sala principal, rincón resguardado únicamente para la realeza.

-    Lo entiendo, pero antes de que se marche, me gustaría tratar con usted un asunto… personal. – esto atrajo inesperadamente la atención del pelirrojo, quien le miró curioso, diciendo “usted dirá” con la mirada, misma que ahora resultaba mucho más cálida, una increíble mutación, al parecer de la condesa – Se trata de una propuesta…

-    … - Los ojos inquisidores del duque sosegaron las ansias de la reina, misma que en un espasmo esclareció las intenciones de dicha proposición.

-    ¡Una propuesta de matrimonio! – A Tsunade le costaba hablar sobre el asunto, como si las dudas le enmudecieran.

-    Me alaga, pero no estoy interesado. – la reina miró un tanto desconcertada al duque, no esperaba tan seca y directa contestación – Usted es mucho mayor que yo. – añadió el pelirrojo esperando esclarecer toda duda del claro gesto de la monarca.

-    …Mj… - no pudo evitar un risueño chasqueteo – Favor que me hace mi querido duque, pero no; usted me ha malinterpretado – nuevamente el pelirrojo cuestionó con tan desenvueltos ojos – yo hablaba de mi nieto; Naruto.

-    ¡…! - Ahora con las ideas claras, Gaara no pudo ocultar su impresión.

-    Tengo entendido que usted tiene una hermana casadera y yo quisiera…

-    …jum… - el pelirrojo mostro señales de vida, al dejar salir un alarido burlón ante las suposiciones de la reina, razón por la cual esta detuvo su iniciativa.

-    ¿Sucede algo malo?

-    Temari, es mayor que su nieto; le destrozaría en un minuto. Además, ella jamás aceptaría… - desvió nuevamente la mirada el joven duque, mostrando claramente su agudo y silencioso pensar.

-    ¿Está seguro? Quizás si se conocieran un poco, si se trataran podrían…

-    Puede estar segura… - regresó la mirada hacia la condesa –…ella jamás aceptará.

-    … - resignada la reina ladeó el rostro, un tanto desilusionada por no poder concluir lo que había iniciado tantos años atrás.

-    Pero… - el pelirrojo añadió, atrayendo la atención y expectativa de la reina –… yo si estoy interesado.







Comenzada la misión, los valientes soldados, comandados por el más joven de los Uchiha, se adentraron sin percances dentro del territorio enemigo. Con suma cautela; se posicionaron cerca de las barricadas y asentamientos enemigos, registrando calmosamente cada uno de sus movimientos, monitoreándoles exhaustivamente, tratando de considerarles en número, armamento, habilidad y disposición. Todo marchaba según el plan: al ser este el primer regimiento dirigido por el joven rey, las miradas se mantenían presentes, constantemente aconsejado por el primer oficial Kakashi, quién no se separó a más de cinco pasos del joven monarca durante aquellas extenuantes semanas.

Cada tercer día eran recibidos los informes del capitán Uchiha, escritos por su puño y letra, sellados con la marca característica de tan prestigiosa familia; eran recibidos en la sala de mandos, en donde eran discutidos abiertamente por Sarutobi Asuma (ministro de defensa), Kakashi y Shikamaru, cuyas habilidades analíticas resarcían sobre él un importante peso en la toma de decisiones.

-    ¿Qué debemos hacer? – preguntaba el joven rubio a sus concejeros al encontrarse en medio de una encrucijada. Miró inquieto a Kakashi, quien únicamente desvió la mirada a Shikamaru, dando a este la obligación de responder.

-    Es cierto que tenemos la ventaja táctica; conocemos sus dominios y alcances, sin embargo, por la misma razón, somos consientes de que nos superan en número. La única forma de vencer, sería atacarles en el momento en el que estén más vulnerables…

-    El carnaval Bijū… - agregó inconscientemente Asuma.

-    Exactamente – confirmó Shikamaru.

-    ¿El carnaval Bijū? – preguntó Naruto.

-    Es una festividad religiosa que celebran los gitanos una vez cada diez años. En esta ocasión tendrá lugar en las aldeas del país de la niebla.

-    ¿Atacaremos entonces?

-    Deberá ser una vez que termine el carnaval, esa clase de eventos siempre dejan grandes estragos. No se lo esperaran.

-    ¿Cuándo será eso?

-    Dentro de dos meses.

-    ¿¡Dos meses!? ¿Tenemos que esperar tanto tiempo?

-    Las estrategias militares se realizan mucho antes del ataque; es por eso que le llaman estrategia. – aclaró Kakashi al alterado rubio.

-    Y… en todo este tiempo ¿ellos no se moverán?

-    Suponemos que no – respondió Shikamaru – de tener disposición de hacerlo, lo habrían hecho mucho antes, quizás estén esperando el momento apropiado: vernos con las defensas bajas.

-    De cualquier forma, cualquier movimiento que realicen se nos será informado en el acto. No es necesario alarmarse por el momento.

-    … - Naruto dejó ver un asombroso puchero, no estaba conforme, lo cual era notable, más lejos de lo que pudiesen pensar sus consejeros, a excepción de Shikamaru; en lo que realmente pensaba el rubio, era en el tiempo que pasaría sin poder ver al Uchiha, cosa que no le hacía la menor gracia, ansiaba que todo terminara, ansiaba que regresará lo más pronto posible.

Las puertas de la sala se abrieron, dando lugar a Shizune, quién apresurada, como era su costumbre, exclamo los deseos de la reina a todos los presentes.

-    Kakashi-san, la reina desea verlo, es un asunto urgente.

-    Desde luego.- devolvió la mirada a Naruto – Con su permiso. – hizo una leve reverencia y se marchó a costillas de la mujer.

-    Es todo por ahora. Gracias Asuma-sensei. – el rubio se apresuró a despedir al ministro, quien al instante se retiró.

-    Desde luego majestad. Con su permiso. – dejando una leve reverencia a su partir.

Shikamaru, por otro lado, intentó retirarse siguiendo de cerca los pasos de su maestro, sin embargo…

-    ¡Shikamaru! – sabía que el rubio le llamaría, sabía que desearía una audiencia privada. Naruto era tan predecible.

-    ¿Sí? – y con extrema letanía el guarda se apresuró a contestar.

-    ¿Puedo hablar contigo un segundo?

-    Por supuesto – Shikamaru se apresuró a ponerse a disposición del príncipe, posándose despreocupadamente frente a él - ¿de qué se trata?

-    Dime, Shikamaru, ¿Cómo es que nos llegan los informes de Sasuke hasta aquí?

-    Bueno pues… - pareció pensarlo por un segundo, pero en realidad únicamente se divertía con la intriga de aquel joven enamorado - … Sai es parte del regimiento. Sasuke le entrega los informes, y él manda a Giga hasta aquí. Llegan allá arriba, en el aviario. – dijo señalando con el dedo índice al techo, acto con el cual el rubio quedo atónito, mirando la cúpula del inmenso salón. - ¿Algo más?

-    ¿He? – distraído el pequeño apenas si reaccionó – No, solo tenía curiosidad.

-    ¿Estás preocupado?

-    ¿Qué? ¿preocupado por qué?

-    Por Sasuke.

-    ¿Por qué habría de preocuparme por él?...- exclamo presuntuoso - ¿Tendría por qué estar preocupado? – dijo esto último con verdadera inquietud.

-    Bueno pues… esta pequeña jornada, paso de ser una misión de reconocimiento, a una batalla campal. Si yo fuera tú, seguramente lo estaría.

-    ¿Crees que pueda pasarle algo? – preguntó ahora verdaderamente perturbado el rubio.

-    No… Sasuke es el guerrero más hábil que jamás he conocido. Seguramente estará bien. – En medio de sus cavilaciones, Shikamaru retiró la vista del rubio, más cuando volvió a mirarle, este lucía verdaderamente colérico, como si un mal pensamiento le hubiese arrebatado toda emoción benévola.

-    Naruto.

-    ¿Eh? – respondió el rubio apenas consciente de su ensimismamiento.

-    ¿Sucede algo?

-    No.

-    Vamos Naruto, puedes decirme cualquier cosa.

-    … - el joven monarca pareció pensarlo un momento – Es solo que… estoy molesto.

-    ¿Con Sasuke?

-    … - el rubio solo asintió.

-    Que problemáticos… ¿Y ahora por qué?

-    Escuche que… - el rubio le costaba hablar del tema - … me dijeron lo que le hizo a su prometida.

-    ¿Haruno Sakura?

-    ¡Sí! ¿La conoces?

-    Si, es una muchacha problemática.

-    Como sea, no se merecía lo que…

-    Sasuke no le hizo nada. – le interrumpió.

-    ¿Qué?

-    A penas si soporta a esa chica. Entiendo a que te refieres; también he escuchado los rumores, pero conozco a Sasuke, y la conozco a ella y sé que nada de eso pasó. Es solo una treta de su familia para obligar a los Uchiha a consumar el matrimonio. Pero no creo que Sasuke tenga intenciones de hacerlo.

-    … - Naruto permaneció congelado un momento y después de ese lapso, muy firmemente aseveró - ¡Quiero a mi comandante aquí!

-    ¿Eh? – apenas si podía razonar lo que escuchaba el aturdido Shikamaru.

-    ¡Trae a Sasuke de vuelta, ahora!

-    Naruto, eso no es posible, se necesita a un comandante en esa zona.

-    ¡Pues asigna a uno nuevo! – Comenzó a caminar el rubio seguido a una costilla por su fiel soldado.

-    Naruto, por favor no…

-    ¡Manda un mensaje a Sai; dile que quiero a Sasuke de regreso, que le traiga arrastrando de ser necesario!

-    Naruto, esto es una locura. Deberías consultarlo primero.

-    ¡Te he dado una orden! ¡En este momento relevo de su cargo a Uchiha Sasuke y por lo tanto lo quiero de vuelta aquí en compañía de un escolta! ¿¡Quedó claro!? – la decisión emanada de los ojos del rubio dejaron congelado al flojo soldado, quién impactado por semejante determinación, hincó entre sus hombros su cabeza y respondió.

-    A la orden, su alteza.







Pasados unos días desde la llegada del regimiento al territorio enemigo.

-   Sasuke-sama. – interrumpía un soldado de bajo rango al comandante, quien en ese momento daba mantenimiento a sus herramientas de combate; rosaba suavemente su espada con un aceitado papel fino, sentado sobre un tronco acolchonado con maleza y recubierto con manta – Le han traído una carta.

-   ¿Quién?

-   Un niño, señor. Parece ser de una de las aldeas vecinas. – Sasuke se puso de pie, dejando a Fuumentsu a disposición de lo que antes era su asiento, entendiéndose hasta el muchacho reclamando el sobre. El joven lo entregó, hizo un saludo militar; poniendo la mano derecha sobre el pecho, una casi imperceptible reverencia y se marchó. Sasuke no prestó la menor atención a este saludo, pues al recibir el sobre, quedo atónito al reconocer aquella firma: Tsokuyomi. Aguardó con el sobre en mano, tratando de imaginar su contenido; parecía no tener para él la menor importancia, aún estando a una prudente distancia del resto de los hombres, el instinto de conspiración le encarnaba, obligándole a actuar con extrema cautela. Caminó hasta su tienda, aparentemente en busca de un abrecartas. Al final encontró el pequeño y filoso utensilio sobre un cofre ornamentado de gruesa madera, el cual tomaba un doble papel haciéndola de escritorio. Se apresuró a desgarrar el papel cuidadosamente, era como si su contenido fuera en extremo delicado, como si con ello detonara un dispositivo explosivo, le resultaban verdaderamente curiosas sus aseveraciones, estaba tan nervioso.

Le tomó menos de un minuto devorar su contenido, esperaba que fuesen complejas claves, o acertijos, más en su lugar se encontró con un seco y directo mensaje de parte de su hermano: era un citatorio; en no más de diez palabras las intenciones de Itachi habían quedado claras, debían reunirse, el plan debía seguir su curso, todo al cabo de veinticuatro horas. Sasuke cerró sus ojos tratando de modular su respiración, todo este asunto le enardecía elevando peligrosamente su excitación. No podría esperar un día más para reencontrarse con su hermano, para aclarar tan turbios acontecimientos.

Una vez que hubo asimilado y meditado el mensaje, acercó el pequeño papel en compañía del sobre que antes le contenía, a la flama de cera que iluminaba tan pequeño espacio. La carta fue reducida a cenizas bajo los ardientes ojos del Uchiha, su mirada despiadada había cobrado un nuevo brillo, era como si su vida tuviese sentido nuevamente.





A la mañana del día acordado, Sasuke no dio muestras de inquietud, ni siquiera parecía tener un plan o la cantidad de ideas que en segundos circulaban por su mente, era un estridente manojo de nervios, aguardando pacientemente el momento en el que el sol diera señales de retirarse, el preciso momento en la que la tierra pareciera devorarlo para entregarse a la oscuridad, el instante en el que se reencontraría con su hermano.

Apenas pasaba de medio día, cuando su paciencia parecía desvanecerse, había comenzado a actuar descabelladamente rápido, dando órdenes incomprensibles, molestándose ante su propia incertidumbre.

Era la hora de comer. Los hombres se arremolinaban frente a los improvisados comedores, formándose junto a las hogueras en espera del tan preciado sustento. Todos parecían hambrientos, salvo el casi estático comandante.

La bulla digna de la convivencia de los soldados durante aquella peculiar hora del día, opacaba completamente los apacibles sonidos de la naturaleza que les rodeaba. Se escuchaban estridentes el crujir de los cubiertos con los platos, la voracidad de cada bocado, cada sorbo, cada palabra en aquellas amenas y ensordecedoras conversaciones. Sasuke estaba absorto, resguardándose en absoluto silencio; como era su costumbre, más de la nada una peculiar intervención le desencajó: a sus espaldas, una pila de silenciosos soldados tomaban lugar en su formación, ensordeciendo la algarabía común, dejando únicamente el sonido de sus armaduras ajustarse unas contra otras; guiados por Sai, cuya fría y desprendida mirada permanecía clavada en la nuca del comandante. Sasuke terminó de engullir el bocado que hasta hacia un segundo había llevado a su boca; casi pudo escucharse en aquel silencio, la tranquilidad con la que su quijada chocaba, la forma en la que el alimento resbalaba por su garganta. Una vez hubo terminado, sorbió del vaso un trago de ron, dejó el mismo a un costado junto a los restos de su improvisado almuerzo, miró discretamente a quienes le acompañaban a la “mesa”, todos completamente acallados, mirándole incautos, sin poder ocultar su sorpresa; por más que intentó, Sasuke no pudo ser indiferente a las miradas; el pánico, invisible, comenzó a socavarle, ¿le habían descubierto? ¿Tan pronto? ¿De qué forma?, era simplemente imposible. Restregó tranquilamente su boca con sus manos, se giró sobre su cintura hacia quienes yacían pacientes a sus espaldas.

-   ¿Caballeros... – agregó al tiempo que se ponía de pie, dispuesto, intentando mostrarse lo más neutro que le era posible - …en qué puedo ayudarles?

-   … - Sai desdobló una hoja que mantenía persistente entre sus manos, la sostuvo frente a su rostro, y leyó en voz alta su contenido, asegurándose de ser escuchado por todos los presentes - “Por ordenes directas de su alteza real: Sasuke Uchiha es relevado de su cargo. Se demanda su inmediato regreso al país del fuego, en donde será reasignado.” – Sai dejó de lado el papel para aclarar, ahora más sosiego, los pormenores de aquella desconcertante nota – Dice específicamente; que debo escoltarte sin la más mínima demora, hasta palacio. Debemos usar el sistema de correos: sin escalas.

-   ¿Cuándo llegó? – cuestionó el Uchiha sobre el origen de la encomienda.

-   Hace exactamente cinco minutos. – Sai tomó de la pata de su halcón, que yacía con las garras sobre su hombro, el sostén de tan peculiar mensaje. Una vez en sus manos lo extendió hasta el Uchiha – Llegó sellado con carácter de emergencia, el sello real es verdadero, lo verifique yo mismo.

Sasuke tomó la nota y el sello, sin duda eran auténticos, la escritura: de Shikamaru, la reconoció fácilmente, más su expresión no mostró signos de desagrado hasta que miró el sello; esa marca, era la filigrana de Naruto. ¿En qué demonios pensaba ese crio? La cólera se adorno en su rostro sin disfraz. No había forma de que semejante mocoso le hubiese descubierto, esto no era más que una forma más de fastidiarle: “…no te ‘preocupes’. De cualquier forma ya había pensado en relevarte de tu cargo…” Aquellas palabras resonaron en la mente del Uchiha una y otra vez. Ese niño, inconsciente, había cumplido su amenaza, le había destituido sin razón alguna, había desquebrajado sus planes por un simple capricho. Colérico, arrojó tan lejos como pudo ambos objetos. La perturbación de su rostro, y la ira de sus facciones congelaron al regimiento entero, nunca se le había visto al Uchiha perder la compostura, esto era sin duda, todo un acontecimiento.

-   ¿Vas a proceder? – Cuestionó perturbado a Sai, mientras restregaba inquieto sus cabellos.

-   Lo siento Sasuke, son las ordenes.

-   … - Miles de ideas abordaron al Uchiha, pensó en escabullirse hasta el encuentro con su hermano, pensó en amotinarse, cometer desacato, toda cuanta posibilidad asegurara tan esperada reunión. Más todo debía ser meticuloso, desaparecer así en nada ayudaría a su mascarada, desobedecer una orden directa, ahora conocida por decenas de hombres, arruinaría sin reparo toda cuanta estrategia formulara, estaba encajonado.

-   Sasuke. – Agregó el inalterable soldado – Debemos partir inmediatamente. A galope apenas alcanzaremos el último navío comercial de la temporada mañana a primera hora del día.

-   ¿Quién asumirá mi cargo? – cuestionó aparentemente resignado.

-    Hyūga Neji. – el aludido formaba parte de la caravana que aguardaba a las espaldas de Sai. Sasuke le miró severamente, nunca habían tenido una buena relación, ser sucedido por él era lo único que faltaba para que dentro suyo se fermentara enardecido un agudo resentimiento.






-    Su majestad… - Se adentraba en las habitaciones de la reina, el más fiel de los caballeros.

-    Dime Kakashi, ¿Por qué tanta urgencia? – Eran altas ya las horas de la noche, los cabellos de la reina eran escarmenados, así como eran guardadas todas las decorosas indumentarias que componían su vestido.

-    Es un asunto delicado mi señora. – Agregó el soldado, insinuando una necesidad por discutir el asunto en privado.

-    ¡Fuera! – ordenó asertiva la condesa. Las doncellas que le atendían dejaron todo al instante, salieron por las inmensas puertas dando una reverencia, para aguardar tras ella, nuevamente, al llamado de la reina. – Dime, no soporto los misterios.

-    Naruto-sama, ha mandado traer de vuelta a Sasuke.

-    ¿Qué?

-    Ha mandado un halcón con cinta roja hasta el regimiento.

-    ¿Bajo qué argumento ha hecho eso?

-    … - el soldado no necesitó decir una sola palabra, su gesto denotaba lo que era obvio. Tsunade frunció el seño pensativa, estaba más que molesta, asustada. - ¿Qué ordena mi señora?

-    ¡Manda una contra orden, que suspendan esa encomienda!

-    Debieron recibir el mensaje esta mañana. El último navío comercial zarpa mañana a primera hora; no hay forma de que sea recibida la contra orden a tiempo. – el soldado dio un tiempo para que la reina asimilara la situación, y después agregó: - ¿Desea que le interceptemos en el muelle a su llegada?

-    ¡No! – se apresuró a contestar – No podemos darnos el lujo de llamar la atención. Déjalo que llegue hasta aquí; entonces lo discutiremos.

-    Como ordene majestad. – el soldado parecía dispuesto a retirarse.

-    ¡Kakashi!

-    ¿Sí, mi señora?

-    Alcánzame un abrigo y esa capa. – ordeno la condesa señalando dichos objetos en la inmensidad de su alcoba. Kakashi tomó las prendas y las entregó a Tsunade, esta se apresuró a usarlas.

-    Mi señora ¿va a alguna parte?

-    ¡Abre la puerta! – le ordenó. Al abrir las puertas, las doncellas vieron salir a la reina a paso acelerado, seguida de su fiel caballero - ¿Está Naruto en su aposento?

-    No mi señora. Le vi en el comedor hace unos minutos.

Andaban presurosos por los amplios pasillos de palacio, camino al comedor principal, más sorpresivamente se toparon, en su andar, con un puñado de guardias que conversaban amenamente con el rubio príncipe, quien se dirigía a su alcoba dispuesto a dormir, aún vestía sus gallardas prendas de día, su cabellera denotaba su imparable andar y sus ojos aquel exquisito exceso de energía que le distinguía.

-    Naruto… - dijo apenas audible la reina, más una vez que la sorpresa le abandonó, recalcó poderosas sus palabras - ¡Naruto!

-    ¿¡Oba-chan!? – el rubio cambio su gesto drásticamente, de uno digno del ensimismamiento, a otro que sin duda denotaba su presentimiento: estoy en problemas.

-    ¡Debemos hablar! – a su derecha se encontraba una pequeña estancia, lugar en el que se sirve el té escasamente, uno más de los rincones abandonados de palacio. Tsunade se apresuró a entrar en dicha estancia, seguida precavidamente por su nieto. - ¡Kakashi, que nadie nos moleste! – el soldado hizo un gesto y aguardó a un costado de la alargada y estrecha entrada de la estancia, el resto de los guardias quedaron mudos de conmoción.
Una vez dentro de la estancia, la reina no paraba de dar vueltas en tan estrecho espacio, cual león enjaulado discutía internamente la mejor forma de comenzar la conversación, finalmente se detuvo, encarando a su nieto, quien distraído registraba curioso cada rincón del pequeño salón.

-    Naruto.

-    ¿Sí? – el aludido la miró con grandes ojos y una sonrisa nerviosa.

-    ¿Mandaste traer de vuelta a Sasuke?

-    … - el rubio no se esperaba esa pregunta, desvió la mirada, no quería contestar, había comenzado a rascar su sien nerviosamente y a reír tontamente.

-    ¿Por qué lo has hecho Naruto? Yo le asigne esta misión, es primordial que él permanezca en el campo.

-    ¿Pará que me has puesto a cargo entonces? – el rubio pareció irritarse, últimamente el solo escuchar el nombre del Uchiha le hacía cambiar sin razón sus estados de ánimo.

-    … - la reina quedó muda, no supo que contestar – Es de vital importancia que adquieras la experiencia necesaria. Algún día regirás este país por tu cuenta; mi deber es recalcar tus errores, y esto, esto Naruto, es ridículo: alejar del campo de batalla al mejor hombre del que dispones…

-    ¿Ridículo? – a Naruto esta situación le cabreaba, sin Sasuke como su sostén se sentía incomprendido, de alguna forma él le hacía sentirse en posición, dispuesto, como si su sola presencia hiciera familiar el más extrañó de los escenarios - ¿Quieres ver lo verdaderamente ridículo? ¡Mírame Oba-chan! ¡Visto como un guerrero y no sé ni siquiera empuñar un arma! ¡Dirijo a hombres que no he visto en semanas! ¡No sé cómo están! ¡Si es que sufren o disfrutan! ¡No entiendo ni siquiera los mapas que me exponen! ¡Y cada día que pasa entiendo menos! ¡Ya no me reconozco en el espejo! Yo… - el aire pareció írsele - …yo… no estoy hecho para esto.

Tsunade quedó helada… toda aquella palabrería alevosa eran sin duda un recurso evasivo, Naruto era una maraña de emociones, y no pudo enfadarse ante ello, estaba completamente indefensa ante el dolor de su nieto.

-    Le enviaré de vuelta apenas toque puerto. – aclaró Tsunade dando por terminada la conversación, sin embargo…

-    ¡No! – esta reacción del todo espontanea del rubio le acalambro el cuerpo.

-    ¿No? – repuso retadora al aire prepotente de su nieto.

-    De ser así: ¡Iré yo mismo hasta el regimiento!

-    ¿Qué? ¿Acaso te has vuelto loco? – Tsunade no sabía que pasaba, le imprudencia adolecente de su nieto le sobrepasaba.

-    O Sasuke viene aquí, o el que se va; soy yo.
 

4 comentarios :

nina23 dijo...

Kyaaaaaa
Me encanto como Naruto enfrento a su oba-chan
Pero hay algo que no entiendo y es sasuke,su manera de pensar es tan confusa que ya pareciera que no quisiera a Naruto pero pareciera todavía tengo la certeza de que lo ama.

Anónimo dijo...

BIEN NARUTO! ahhhh por Dios...válgame que entiendo Sasuke sus sentimientos y su confusión, pucha no se qué pensar...habría sido bueno que Sasuke se reeencontrase ya con Itachi...quisiera saber lo que psa...
mmm Naruto y su egoísmo único...jajajaj como le quiero! ajjaa
Gaara está interesado en Naruto! es decir sabe que Naruto es doncel...xD por donde es que tienen hijos los donceles en esa época???? hahahahahah
bueee yendo a cosas serias quisiera que Shika y Temari ya se conociesen xD jaajaj bueeee naa como sea...chiaaaa
Nadywing

Leairiux dijo...

Qué buena pregunta, sinceramente no lo sé, pero me imagino que es por cesárea.
Y una pregunta, ¿quién es Shika?

Sora Tapia dijo...

Jajaja!!! Gaara muy seguro de si mismo, "NO ACEPTARA" jajajaj!! ya casi escucho a Temari maldiciendolo jajaja ok no, pero supongo que nose negaria a tener a Naruto de esposo, muy listo Gaara.
Naruto es doncel!! lo sabia, por eso tal vez no puede aceptar el trono totalmente?? eso me dio a enteder el capitulo donde Tsunade se entera de la verdad.

Muy impulsivo Naruto, que admita que lo hizo simplemente por un arrebato.
De verdad me hubiera gustado que se reunieran los hermanos, pero no falta que hagan una tonteria, de verdad se enojo tanto Sasuke como para volverse enemigo de Naruto????

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