Capítulo 27: El maestro y el alumno

-¿Naruto? – en el momento en el que la luna se hallaba puesta en el punto más alto, el joven príncipe se adentro a los aposentos de su exhausta e insomneante abuela.

-Sí, soy yo… - la oscuridad dominaba la habitación, y solo un leve rumor provocado por el rubio al caminar, había alertado a la reina de su presencia.

-¿Sucede algo? – el joven había alcanzado la inmensa cama y a tientas se movía a sus costados para sentarse en ella.

-No, no sucede nada… - el jovencillo miraba entonces los grandes ojos de su abuela, les contemplaba con la escasa luz que su pupila distinguía, no les miraba bien, pero estaba seguro de las direcciones en las que estaba cada parte del longevo cuerpo de Tsunade, casi podía sentirle sin tocarla…

-¿Entonces que te ha traído aquí?, me has asustado…

-¡Ha! Lo siento,… - rascaba su cabeza - …es solo que… - de improviso, su gesto paso de ser sonriente a completamente serio, e incluso viro su cuerpo a manera de dar la espalda a la ya recostada mujer – Quizás sean figuraciones mías… pero,… - levantó la mirada. Tsunade no podía distinguirle con toda precisión, sin embargo, la simple presencia de su nieto, la manera en la que hablaba, la sensación provocada por su estampa era únicamente comparable con lo sublime. No supo explicar porque, pero en ese momento, esa actitud le pareció únicamente digna de un rey, sensación que no había experimentado con nadie más que su esposo y su hijo, y ahora… - … pero juraría que Jiraya estuvo aquí, esta noche… - ¡¿Cómo podía saberlo?! El shock que esta afirmación generó en Tsunade fue abismal, Naruto era impresionante, su perspicacia se comparaba únicamente con la de su mejor soldado, y era posible que ni siquiera él supiera de lo que era capaz; recordó entonces las palabras de su viejo amigo: …Todo cuanto Naruto ha vivido, ha
sido intencional, él está hecho para ser mejor rey de lo que fue su padre, mejor de lo que lo fue su abuelo… Mírale a los ojos Tsunade. Míralo y dime que no está listo…, y lo estaba, en verdad lo estaba… - Dime Oba-chan… ¿Qué fue lo que te dijo? – su perspicacia lo era al grado de que conocía bastante bien su posición. Tsunade creyó entonces cada una de las palabras dichas por Jiraya horas antes, sin duda, su nieto sería el más fuerte, noble y benevolente de los reyes que hayan existido, sería el inicio de una era de paz y justicia.

-Todo, Naruto. Me lo ha dicho todo. – El rubio solo agacho la mirada, esperando algún dictamen ante el desenmascaramiento de su sombrío pasado – Ahora entiendo todo… sé también, que lo complicado de la situación te ha puesto desde un principio en un predicamento. Pero quiero que sepas; que no me importa… - el rubio la miro entonces precipitadamente – Hijo, yo te amo y no permitiré que ridículos miramientos me alejen de ti. Este es tu destino, lo comprendo ahora, y estaré a tu lado hasta el final… - las lagrimas se habían apoderado de los azules diamantes del rubio, no podía creer lo que escuchaba, le resultaba tan satisfactorio y llenador que le asfixiaba.

- Pero, Oba-chan, si algo te pasara, yo…

-Shs…- Tsunade acallo a su nieto tocando su hombro - lo estaré Naruto, hasta el final, pase lo que pase…

-Pero…

-¡Pase lo que pase!

La conversación terminó, y como era costumbre, ambos permanecieron dormidos a manera complaciente, uno junto al otro, siendo consientes de su mutua presencia.







A la mañana, el tormento del joven príncipe se hacía presente una vez más. De manera sorpresiva le había abordado su profesor Gai, a gritos como era costumbre, le hizo saber que su gustoso sueño había terminado…

-¡Arriba! ¡Que la flor de la juventud no espera! – despojado de sus calientes mantas el jovencillo se enrosco en el lecho, que desde hacia minutos había abandonado su abuela.

-¡Ha! – el sol aún no había salido, era demasiado temprano y el día muy frio, el invierno terminaría por calcinarle los huesos si debía correr una vez más alrededor de todo palacio solo para hacer calentamiento.

-Ande Naruto-sama… - en momentos como este, el rubio en verdad extrañaba a Iruka, su memoria y lo complaciente que era con él, en repetidas ocasiones le habían sumergido en la nostalgia por las mañanas. Naruto se ponía rutinariamente una almohada en la sien, en parte por su descontento y por otro lado, lo hacía, pues temía sus emociones le traicionaran y sus ojos desprendieran lagrimas que no podía explicar, era como estar solo, pese a estar rodeado de cientos de personas… - ¡Anímese señorito! – el ensimismamiento del rubio decaía incluso al más ferviente de sus profesores - ¡Mi señor, levantaos que el tiempo no espera! ¡El día de hoy le esperan labores nuevas! – los ojos del rubiales se extendieron como platos aún estando bajo la almohadilla.

-¡¿Qué?! ¡¿Más labores?! – su gesto era retorcido, sus cabellos realmente disparatados, y su pijama desalineada, en conjunto, agregando su chillante todo de voz, el monarca resultaba todo un payaso.

-Jajajaja… - era inevitable la risa.

-¡No es gracioso! Estoy cansado… no saben más que ponerme tareas… - llora.

-Jaja… - apenas dejaba de reír – lo sé majestad, pero la reina lo cree de lo más prudente, y es ella quien da las órdenes…

-¿Y ahora que me va a poner a hacer? – el gesto del muchacho se había torcido aún más, por si es que no se consideraba posible.

-Esgrima, su alteza. Hoy darán comienzo sus clases del arte de la espada… - apenas estas palabras rosaron sus oídos, el decaído rubio se puso de pie sobre el lecho, como impulsado por un resorte. Se puso un par de pantalones (que le había traído Gai) por encima del pijama., se arremango y relamió sus cabellos, dio un par de tistes a sus mejillas y grito:

-¡Listo! ¡Y bien ¿Qué estamos esperando?! – era pésimo para disimular su entusiasmo.

Sin mayor remedio, Gai llevó a Naruto a dar la vuelta, como era de esperarse, a todo palacio, le hizo correr de aquí para allá, le hizo brincar, hacer flexiones y todo tipo de ejercicio, que el joven realizaba sin mayor dificultad.

El sol se asomaba y el clima se ablandaba, el horizonte se tornó rojizo y una calidez inesperada se dejo sentir.

El rubio se impacientaba, pues no sentía llegar a ningún lado con este ejercicio, sin mencionar, que no le hacía mucha gracia que Gai fuese su maestro de esgrima, de alguna forma, había esperado fuese alguien cuyo talento con el arma no se prestase a tema de discusión, y lo primero que notó al practicar con él, fue precisamente, que no sabía tomar una espada ni para salvar su vida, he ahí el secreto de su habilidad en el combate cuerpo a cuerpo.

-Gai-sensei… - la inquietud le perturbaba y al final no pudo resistirla - ¿Por qué va a ser mi maestro de esgrima? ¿No había alguien más? – si bien era cierto que el rubio carecía del sentido del tacto, también lo era que Gai era el menos indicado para impartirle tan importante conocimiento, razón por la cual no se sintió agredido al escuchar el comentario de su joven amo.

-Yo no he dicho eso. Dije que sus clases comenzaban el día de hoy, más nunca dije que yo fuese el maestro…

-¿A no? entonces ¿Quién…?

-A bueno, pues eso no lo sé… -

-¿Ha? - la cara del rubio se desencajo con semejante respuesta.

-Pero, se supone que estará esperándonos de aquel lado de palacio, para cuando terminemos con la rutina.

-¿De verdad? – la emoción del jovencillo se disparaba por sus ojos como aves de rapiña.

-Ha… está bien, bien. Por hoy hemos terminado…

-¡Siiiiiiiiiii! – y sin más se fue corriendo al inicio de la materia que más le entusiasmaba aprender.

Corrió hasta el otro extremo del castillo tan rápidamente que al llegar al sitio no podía sentir su cuerpo, solo el bombear de su corazón, su respirar y su sangre recorrerle a cada rincón. Se encontró con un espacio amplio de verde pasto, un lugar desde el cual podía divisarse el enorme ventanal de su balcón. En el piso un par de floretes y nada más a su alrededor… desconcertado miró hacia sus costados, por un lado palacio y por el otro, la enorme muralla que le cercaba, en el piso continuaban estáticos el par de floretes de plata, atónito permaneció contemplándolos, sin darse cuenta en qué momento había dejado de buscar a su maestro, solo sintiendo el ajetreo de su cuerpo y mirado esos artilugios que le atraían de sobremanera... cuando…

-Toma uno… - ¡Esa voz! Una orden se dejo caer a sus espaldas. Fue como un váguido, un momentáneo instante en el que el corazón se le detuvo a toda conciencia. Su cuerpo se movió con inercia girando sobre de sí… y ahí estaba. Era Sasuke vestido con una blanca camisa, un chaleco corto y pantalones negros, engalanado con un par de botas mosqueteras y un florete que se deslizaba suave entre sus dedos.

-¿Qué…?

-Toma un florete que debemos comenzar… - el moreno caminó hacia él y le paso de largo sin mayor mímica. ¿Qué era lo que pasaba? ¿Qué hacia Sasuke ahí? – Dese prisa alteza, o no daremos fin a esto nunca. - ¿Qué significaba esta aberrante sensación? ¿Por qué le resultaba tan doloroso? ¿Por qué se sintió agredido al escucharlo llamarle “alteza”? No quería escucharle nombrarle así, no quería que sucediera lo mismo que con todas sus amistades, no quería en Sasuke un sirviente, no pensaba, bajo ninguna circunstancia, obedecer…

-¿Qué haces aquí?

-¿No es obvio? – Sasuke se había inclinado para levantar los floretes y levantó la mirada para contemplar al rubio que de espaldas presionaba los puños y la mandíbula, al príncipe que se negaba a dar la cara y le hablaba tan duramente. Dando cuenta entonces de su indecencia al hablarle de esa forma, intentó corregirlo. – Es sencillo majestad, la condesa me ha puesto a cargo de su educación. He venido a convertirle en guerrero.

Pese a ser lo que siempre anhelo, ahora, era lo que menos quería. No sabía en qué momento las habilidades de Sasuke como guerrero había pasado a segundo plano, en qué momento dejaron de ser su prioridad, siempre quiso aprender de él. Pero ahora, las cosas eran diferentes. Sasuke no se comportaba con él como en aquel entonces, ya no le abrazaba, no le miraba de esa forma única y cálida, su habla no estaba rodeada de pasión ni de confesiones de amor. Era repugnante.

-No…

-¿Perdón?

-Yo no quiero que seas mi maestro. – el rubio le encaró entonces – Quiero que te vayas. ¡Ahora! – Sasuke no podía creerlo, Naruto continuaba comportándose de aquella peculiar manera, tan fuera de sí.

-… - se puso de pie lentamente  y caminó hacia él. Se detuvo a un paso, sus miradas se entrelazaron, sus narices amenazaban con tocarse y sus corazones con reventar con cada suspiro. Al final el moreno tomo aire y dijo haciendo hacia los lados los floretes… - Como ordene su majestad… - su mirada era retadora y su disimulada sonrisa algo convaleciente… se acercó aún más al rostro de su señor y a manera de desplantes sus pies les separaron. Sasuke continúo su camino dejando de lado al rubio. Dejándole como en aquella ocasión… esto Naruto no pudo soportarlo, el recuerdo era tan vívido; esa pregunta a la que no supo responder resonaba en su cabeza; ¿Me amas? ¿Me amas? ¿Me amas? ¿Me amas? ¿Me amas? ¿Me amas? ¿Me amas? ¿Me amas? ¿Me amas?...

-Yo… - las lagrimas le siguieron, más no perdió nunca su erguida postura - … ¡Sí! Te amo, Sasuke… ¡te amo!...






En el estudio real.

-¿Ha quedado todo asentado?

-Cada palabra, su alteza.

-Bien, procede entonces Kakashi…

-Majestad. Perdone el atrevimiento, pero ¿Cuál es su interés al invitar a la asamblea al duque Sabaku?

-Bueno, es nuestro partidario ahora. Creo que el que participe en la toma de decisiones tan importantes de nuestro reino, le harán sentirse parte y quizás genere mayor estima hacia nosotros. Sé que no simpatizas con la idea, creo que nadie aquí lo hace, pero es importante que sepa que le tenemos en cuenta.

-¿No tiene nada que ver con Naruto?

-Me conoces muy bien ¿no es cierto? No he podido timarte. Confieso que si tengo un interés especial en ellos dos. Ambos son jóvenes y comprenden una edad semejante. Apuesto a que pueden aprender mucho el uno del otro…

-¿Acaso espera que…?

-No voy a negartelo. Me encantaría que surgiera en ellos un lazo más que amistoso, sería de gran ayuda para Naruto mantener una buena relación con el futuro rey de las arenas. Sería como comenzar con el pie derecho su legado.

-Majestad, Naruto-sama es un joven bastante imprudente, y dado el carácter poco apremiado del Sabaku, dudo que exista entre ellos nada más que peritito odio, si es que llegan a conocerse.

-¡No digas eso ni de broma! No sería más que empeorar las cosas.

-Lo sé alteza, por ello creo que debe ser precavida. Doblegar a su extrovertido nieto no será tarea sencilla.

-Lo tendré en cuenta. ¿Hay algo más?

-De hecho sí. Puede que se susciten más problemas en la asamblea.

-¿Bromeas? ¿Qué podría ser más conflictivo que la presencia del duque?

-Tengo entendido que encomendó a Sasuke como dómine del príncipe…

-Sí, así es ¿Qué tiene eso de malo? No hay nadie mejor para el puesto…

-Lo sé majestad. Es su presencia en la asamblea lo que puede resultar desagradable. En su lugar, le recomendaría hiciera venir a su padre…

-¿Fugaku? ¿Pero de que estás hablando? Sabes bien que no le tolero, sin mencionar que Sasuke es la única arma que poseo para la aceptación de Naruto para con los del senado.

-En ese caso, tendrá que dejar a los Haruno fuera del evento.

-¿Pero porqué? ¿No sé supone que los Haruno y los Uchiha tenían un acuerdo nupcial?

-Ese es el problema. Al parecer Sasuke ha desvirgado a la hija de los Haruno y pese a eso ha rechazado las nupcias.

-¿Cómo puede ser eso posible?

-La misma interrogante me ha inquietado alteza.

-Aun así, no podemos dejarle fuera, venga su padre o no, no podemos excluir a los Haruno o a Sasuke. Me supone un predicamento enorme.

-Bueno. Dada la situación, creo poder proporcionarle una solución…

-Te escucho.

-Envié a Sasuke al frente de confrontación una vez pasada la reunión. Sería una perfecta solución a los problemas de su siervo con los Haruno, pues no creo impongan su voluntad de matrimonio, a la suya, de enviarle a batalla. Si lo anuncia en la misma asamblea, puede que se reduzcan las tensiones.

-Me parece una excelente idea. E incluso es una oportunidad innata de poner a Naruto al mando de un batallón, después de todo, sería solamente una misión de reconocimiento. ¡Sí, me encanta! Naruto podrá demostrar que posee madera de líder y con un soldado como el Uchiha al mando, no creo que haya errores. ¡Estupendo, simplemente estupendo! ¡Kakashi eres un genio! ¡Que se haga entonces!
 

4 comentarios :

Anónimo dijo...

HYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA NARUTO LE DIJO! LE DIJO! CONFIRMADO! ES DONCEL..ESE ES TU TAN TERRIBLE PASADO...
Es doncel acaso fue violado? por eso se siente tanta congoja? por eso Sasuke se encuetra de éste modo? chiaaaa bueee como sea a continuar!
Nadywing

Sandy Namikaze dijo...

su pasado me intriga muchisimoo

pero tambien me hace pensar muucho ademas de que en el anterior capi, naruto tiene sangre gitana por lo que puede que sea un doncel rebelde jiji (como a mi me encantaaan)
uuuuuyyyyyy°°° rechazo a sasuke como su maestroooo
ahhh yo me emocione con el acercamientoo shiii n.n

esa rosadita como siempre metiendo loa pata y su familia siempre tan tonta e inventa rumores, si sasuke solo la hizo ver como lo que en realidad era... una mujerzuela jum

aaaahhh espero pasen mas cosas interesanteee shiii

Unknown dijo...

sakura como siempre jodiendo la vida de los uchihas :( , pobre teme ojala esto de que desvirgo a sakura no le traiga problemas con naru en el futuro
puta sakura

Sora Tapia dijo...

Al fin lo dijo, tarde pero lo dijo, vamos Sasuke olvida lo malo,
Gaara al fin se sabra de el ¬w¬...MIO!!!!!

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