Capítulo 29: El soldado fiel... primera parte

El sol se posaba en el reino, placido y compasivo como lo hacía cada invierno, con la calma y calidez suficiente como para ser presente y pasar prácticamente desapercibido al mismo tiempo.

Por la mañana como era costumbre, una ansiosa y joven mucama se disponía a despertar al joven rubiales…

[Toc… Toc]

Llamó a la puerta como aviso, no en busca de una aprobación, pues el joven príncipe dormía como roca y levantarle significaba una ardua y pesada labor, sin embargo, quien acompañaba al amo durante su sueño no padecía de semejante aturdimiento, al contrario, sus sentidos se mostraban fuertemente susceptibles ante el ruido, el movimiento, la presencia… tanto que no fue necesario que la muchacha se presentara para que él supiese de sus intenciones. De inmediato y contra su voluntad, pues a su parecer la noche había sido demasiado corta, se puso de pie, y comenzó a vestirse. Para cuando la muchacha abrió la puerta, él aún continuaba poniéndose el saco, la miró y ella a él, no hubo palabras, la joven estaba un tanto desconcertada y Sasuke permanecía serio, sin ninguna expresión. Continuó poniendo sus prendas en su respectivo lugar y una vez que terminó de ponerse las botas, caminó hacia la muchacha y sin ningún miramiento ni inquietud le dijo:

-No le despiertes aún… - sostuvo el hombro de la estupefacta señorita – Entrenó hasta muy tarde, necesita descansar.

-Como ordene, Sasuke-sama… - la muchacha inclino su cabeza y cerró la puerta una vez que el joven marqués se retiró.





-¡Bien, bien, bien mucho mejor, joven amo! ¡Pero aún no es suficiente! – En la mañana, ya casi llegado el mediodía, Naruto recibía sus ya antañas clases de etiqueta, sin mucho éxito como era costumbre – Si no les da su debida importancia y lo hace como es debido, no podremos avanzar… - Ebisu se quejaba debido a su estancamiento. Los progresos de Naruto eran escasos y aunque requerían de un considerable esfuerzo por parte del insurrecto pupilo, no eran suficientes.

-Ebisu-sensei, estoy cansado… ¿No podríamos seguirlo otro día?

-¿Y qué día será ese? Por si no lo ha notado, su majestad, los comensales ya han comenzado a llegar…

-¡¿Qué?! ¿¡Dónde?! ¡¿Cuándo…?! – Enérgico se deshizo de su asiento.

Al pasar cerca de la estancia, un joven mozo, se sintió intrigado por la conversación, situación que fuera de lo común, le impulso a permanecer en la puerta de la estancia, lejos de la percepción de los hablantes

-No aquí, por supuesto. Sería una descortesía llegar a palacio días antes de lo acordado. Sin embargo, han mandado aves y mandaderos con mensajes de asistencia. Se encuentran hospedados a los alrededores de palacio, esperando con impaciencia el día de la reunión.

-Ho no… - Naruto se dejó caer completamente perturbado sobre su asiento - … ¿Qué se supone que voy a hacer ahora? – su perturbación no era simplemente notoria, se podía sentir a kilómetros, su aura emanaba tanta inseguridad, que parecía desear vivir en el calabozo, antes que enfrentarse a aquellos que le aguardaban.

-Presentarse ante ellos por supuesto, y poner en alto el nombre de su familia… - más presión que hundía palabra a palabra los hombros del cabizbajo príncipe.

-… - Un segundo de profundo silencio y el joven rubio explotó - ¡Aún no estoy listo Ebisu-sensei! ¡Ellos van a destrozarme! – En un parpadeo, el rubio ya tiraba de la solapa del saco de su estoico maestro - ¡Se reirán de mi y de mi falta de modales! ¡No puedo hacerlo! – jaloneándole del saco de adelante hacia atrás, una y otra vez - ¡Aún no he aprendido suficiente! ¡¿Cómo se supone que los enfrentaré si no puedo comportarme debidamente…?!

-Na-Naruto-sama… esta asfixiándome. – Ebisu estaba completamente azul, casi desfallecido.

-¡Ho! Lo siento… - le soltó.

-Aún así… - Ebisu se ponía de pie mientras corregía sus ropas – no tiene de que preocuparse, después de todo, usted es hijo de Minato-sama, y eso es más que suficiente…

-Pero…

-¡Pero no se diga más! – el joven que hasta entonces había permanecido oculto, se deshizo de su camuflaje y enérgico llamó la atención de los ocupantes de la estancia. – Ebisu-san, si no le molesta; me haré cargo de ahora en adelante.

-Pe-pe-pero… ¡Sasuke-sama! ¿Cómo así? Tsunade-sama me ha puesto a cargo de la educación moral del joven amo. Usted está aquí para educarle en diferentes aspectos, no creo que…

-¡Ya lo sé! No tienes que decirme cual es mi lugar, pero yo no debería de tener que recordarte el tuyo. – Ebisu enmudeció al instante, quedando pasmado ante su informalidad para con su superior, el marqués, Sasuke Uchiha.

-Tiene toda la razón, - inclinó la frente – le suplico que me perdone.

-... – Sasuke extendió su palma a manera de alto freten a Ebisu – no es necesario disculparse. Entiendo su inconveniencia, pero si es necesario, diga a Tsunade-sama, que he robado a su pupilo. – Ebisu quedo completamente atónico con este nuevo comentario – Desarrollé un método educativo que me ha dado resultados  – miró entonces al rubio que estupefacto le observaba – si dio resultado con el esgrima, no veo porque no habría de hacerlo con cuestiones mundanas. – Sasuke no tenía la necesidad de explicarse, pero dadas las circunstancias y la premura e imprevisión con la que hacía las cosas, era mejor no dejar cabos sueltos que se prestaran a malinterpretaciones, así que se aseguraba de que todo quien habitaba el palacio conocieran de sobra sus intenciones e intereses.

-Siendo así, mi señor, creo que no tengo más opción; que dejar al joven amo a su cuidado. Sin embargo, le suplico me mantenga informado de sus avances; si las cosas se entorpecen, no habrá marcha atrás, mi señor.

-Lo sé, no hace falta decirlo… – volvió una vez más a mirar a Naruto, de una forma tan poco amigable, que hacía sentir al rubio intimidado – ¡Acompáñame! – no necesitaba más palabras, el rubio en seguida obedeció su mandato, dejando a Ebisu en la estancia, sintiéndose libre de la tortura que representaban las clases de etiqueta.

-Me salvaste el cuello Sasuke, ya estaba arto de semejante parloteo… – caminaba a espaldas del Uchiha, hasta que este se detuvo interrumpiéndole a su paso.

-No ha sido mi intención librarte de Ebisu… – Sasuke se acerco al rubio peligrosamente, como era su costumbre – Al contrario, me daré el gusto de torturarte con semejante encomienda.

-¿Qué?

-Parece que no has entendido tu situación, y peor aún, la gravedad del asunto. – con mayor seriedad se separó del príncipe unos centímetros, y completamente inflexible se dirigió a él nuevamente – Las personas que se reunirán aquí en dos días, son un montón de chupa tintas que no hacen más que buscar su beneficio en cualquier circunstancia. A ellos no les importa quién seas, ni que tanto te esfuerces, aprovecharan cada oportunidad; cada defecto, cada vulnerabilidad; la usaran en tu contra y no descansaran hasta haberte derrumbado y exprimido cada gota de la sangre real que corre por tus venas. – Naruto trago saliva completamente aturdido por estas palabras.

-Pe-pero, pensé que estarían contentos al igual que oba-chan de que esté…

-¡Contentos dices! ¡Pero qué tontería! ¡¿No lo has entendido aún?! ¡Tú no representas para ellos otra cosa más que una amenaza! Un niño torpe, tonto y mimado que se da aires de grandeza por un legado sanguíneo, siendo que desconoce todo lo que concierne a liderar un país, no conoces la burocracia, la perversión ni la envidia que te rodean, no eres más que un pececillo indefenso fuera del agua. No tienes ni idea… definitivamente no estás listo para esto.

-¡Y qué se supone que haga! – Naruto empujo al moreno en medio de un arranque de cólera, pues cada palabra de Sasuke rezumbaba en sus oídos con mayor fuerza, nadie hasta entonces le había hablado tan crudamente respecto a  su situación, todos le hablaban con cortesía y parecían optimistas respecto a su llegada, sin embargo, esa era solo una cara de la moneda, y la otra, era justamente el lado que Naruto no deseaba conocer, el lado que nadie se molestó en mostrarle. Esta desesperación le cernía en los ojos, su voz quebrada y la rudeza con la que se dirigía al moreno, que al parecer del rubio, era el único que realmente se preocupaba por él, el único que era completamente sincero.

-… – Sasuke se acerco calmo nuevamente hacia él, le sostuvo suavemente de los hombros –… Escucha… – Naruto levantó el rostro para mirarle y quedo maravillado, pues el moreno le había dedicado una indescriptible sonrisa –… no estás solo en esto… – Sasuke se inclinó un poco para quedar completamente a la altura de Naruto, tan cerca que rosaban sus narices –… yo voy a ayudarte.

La angustia del rubio se disipó completamente, siendo remplazada por unas tremendas ganas de llorar e involuntariamente se lanzó al cuello de Sasuke propinándole un sofocante abrazo, caricia que el moreno no esperaba y que acogió con galanura enroscando, al cabo de unos segundos, sus propios brazos en la espalda del joven príncipe.






[Toc, Toc]

-Su alteza, ¿puedo pasar? Soy yo, Shizune.

-¡Adelante! – Entraba en los aposentos de la reina su mano derecha, una joven de cabellos cortos y enaguas largas y lisas, que portaba un sombrero estrecho.

-He arribado hacia cinco minutos en palacio, su majestad. – la joven inclino su cabeza e hizo una reverencia a manera de saludo.

-¡Déjate de tonterías Shizune! – la reina se deshizo de su asiento –  ¡Y ven a darme un abrazo! – la joven obedeció y fue estrechada rudamente por su ama y amiga, la condesa Tsunade. Habían sido compañeras desde hacía años atrás; extasiada en respeto y admiración Shizune se había ofrecido como aprendiz médico de la reina a la corta edad de 10 años. Ella era una muchacha pobre y Tsunade una reina, esposa y madre ocupada, sin embargo sus intenciones le había parecido sinceras y al proyectarse en aquella muchacha de humilde proceder, Tsunade le abrió las puertas de palacio y la mantuvo como criada, aprendiz del ama de llaves y compañera de juegos del entonces pequeño Minato. Con los años, Tsunade vio en ella no solo a un leal sirviente y amiga, sino también a una hija – Dime ¿Cómo han resultado las cosas? ¿Me traes buenas o malas noticias?

-He cumplido con la encomienda Tsunade-sama, he enlistado los productos y materias con las que contamos. Los prestamistas, amablemente, me han abierto sus casas y en efecto, las cosas no han estado del todo bien. Hemos perdido mucho capital gracias a la guerra, recuperarnos completamente nos tomará unos cuantos años. Debo decir que se cuentan con los recursos necesarios, pero, me temo que a los señores no les agrada la idea de seguir, pierden hombres, oro y plata con las batallas, el solo mantener al ejercito es para ellos una verdadera molestia. Me temo que en algunos rincones del reino el desacuerdo es tanto que no me sorprendería una revuelta. Están artos de los impuestos y escuche horrendos rumores en cada covacha. – avergonzada viró la mirada, asqueada de tan solo recordarlos.

-¿Sobre qué?

-… – se negaba a decirlo.

-¡Shizune!

-Se duda de su capacidad para gobernar. Dicen que es indigna del trono, dicen que no le corresponde ese lugar. ¡El pueblo entero está a la espera de que la destronen! ¡Esos cobardes! ¡No tienen las agallas de decírselo en su rostro! ¡Son unos insensatos malagradecidos! ¡No tienen idea de lo que usted hace para mantener las cosas bajo control! ¡No quieren darse cuenta de lo honrosamente que ha llevado su labor a cabo! ¡Y buscan cualquier pretexto para justificar sus faltas que…!

-Y tienen razón – Shizune se había dejado llevar por sus emociones, sus palabras salían a manera de gritos, era tanta su rabia que Tsunade decidió poner alto a su escandalera.

-Pero, su majestad…

-No nos hagamos tontas Shizune. Tu como yo conocemos de sobra mi situación. Yo no he nacido en cuna de oro, y eso para el pueblo es muy importante. La fe resulta en ocasiones molesta, pero aún así continua siendo inquebrantable. Si no cuento con la divinidad que ellos tanto añoran, entonces no soy digna del perdón, ni de su confianza; no puedo cometer errores, y de serte sincera; estoy cansada de todas estas labores, tareas para las que no fui criada, situaciones que no me corresponden. De cierto modo, si me destronaran me harían un gran favor.

-No diga eso majestad…

-Pero es la verdad… –  Tsunade retornó a su escritorio – si me he mantenido firme en el trono, no ha sido porque así lo desease; curiosamente, ha sido la fe lo que me ha mantenido erguida, la esperanza de que mi nieto viviera y que retornara el poder a quienes por derecho les corresponde, es lo que me mantuvo aquí todos estos años, y ahora es una realidad; mi nieto ha regresado, y estoy segura de que le recordará al mundo entero quién es le legitimo heredero, el último de los Namikaze. – la morena sonrió para sus adentros ante esta declaración.

-¿Cómo está Naruto-kun?

-¡Hermoso! Mi nieto es un hombre bello y fuerte… – viró su mirada un tanto irreverente – no es muy inteligente,… pero es sin duda hijo de su padre. A su modo, es valiente y atrevido, es inigualable. – Shizune se sintió gratamente satisfecha con esta descripción, durante su viaje había imaginado todo tipo de situaciones respecto a la relación de la reina con su desaparecido nieto. Enterarse de lo bien que iban resultando las cosas le animaba cuantiosamente – Justo ahora debe de estar en medio de su cátedra, vallamos ahora mismo para que le conozcas. Tsunade hablaba de él como de un regalo, un juguete nuevo que quería presumir, olvidándose de todo trasfondo y contexto, como si el tenerle nuevamente aliviara todas las penas, todos los inconvenientes.






-… No, es mucho más simple que eso… – Naruto y Sasuke caminaban por los alrededores de palacio, el Uchiha hablaba y el rubio escuchaba atentamente el sermón, haciendo de vez en cuando una pregunta ocasional.

-¿Qué tanto?

-Solo debes ignorarlo…

-Pero eso no me parece justo.

-No lo es, pero no se supone que lo sea. Si muestras mucha amabilidad te creerán incapaz de tomar decisiones que involucren la violencia.

-¿Cómo cual?

-Como una guerra… – Naruto enmudeció – debes ganar su confianza para que te crean capaz de decidir el camino que seguirán sus vidas.

-No creo poder hacerlo…

-Ese es el problema, debes dé.

-Pero la vida de una persona no es un juego, ¿cómo podría yo decidir semejante cosa?

-No es fácil, pero debe hacerse.

-¿Por qué no mejor cada quien decide y cada quien se hace responsable?

-Ahí interviene otro factor. Nadie quiere hacerse responsable de sus propios errores. El mostrarte firme les asegurara que estarás ahí para recoger sus platos rotos.

-¿Por qué harían algo como eso?

-Es más fácil.

-Pero ¿y su libertad? ¿Qué hay de lo que ellos elijan?

-Bueno o malo, será tu responsabilidad.

-¿Por qué?

-Porque así son las cosas.

-Pensé que ser rey significaba ver por el pueblo.

-Eso es exactamente lo que es.

-Pero, privarlos de su libertad no me parece correcto.

-Escucha, proteger al pueblo no solo incluye ser consciente de sus necesidades, o protegerlos de los enemigos u amenazas. Debes de protegerlos de ellos mismos; de su ignorancia, de su incompetencia, su misma demencia en la que trataran de arrastrarte. Tú eres el caso en el que verterán todos sus problemas, todas sus inconformidades e imperfecciones las verán reflejadas en ti y ¡no debes permitir que eso te afecte! Si cometes un error, ellos no te perdonaran, en cambio, esperan que siempre seas clemente…

-Eso no tiene sentido.

-Al contrario, no podría tener más congruencia. Una vez que lo entiendas estarás listo.

-No lo entiendo… ¿Qué es lo que se supone que haga?

-Debes de estar ahí, proteger lo más importante.

-¿Qué es lo más importante?

-Eso deberías saberlo mejor tú que yo Naruto. Para el pueblo ¿qué es lo más importante…? – Naruto lo entendió enseguida. Todo cobraba sentido ahora, estaba tan entusiasmado con este nuevo conocimiento que enérgico gritaría la respuesta cuando…

-¡Naruto-sama! ¡Naruto-sama! – una muchacha les interrumpía, Ten-ten.

-¿¡Sí!?

-Tsunade-sama, le está buscando, está esperándole en la estancia. – la muchacha estaba exhausta de correr en busca del joven amo, había quedado sin aliento y ahora gemía agotada.

-Hmmm… - volteó a ver a Sasuke en busca de una aprobación, por primera vez no deseaba abandonar las clases de etiqueta.

-Anda ¡ve! Te están esperando…

-¿Pero y la clase de esgrima?

-Se suspende por el día de hoy. Debemos concentrarnos en tus actitudes, después retornaremos a la espada.

-Está bien… - asentó con la sien y salió disparado a encontrarse con su abuela.






Durante el tiempo que estuvieron buscando al joven príncipe, Tsunade había puesto al tanto de todo a Shizune, desde la llegada del rubio, el enfrentamiento con Iruka, con Sasuke y la inesperada visita de Jiraya. Y con calma, conversaban al respecto en la estancia, en espera del rubio.

-No puedo creerlo Tsunade-sama, eso significaría que…

-Exacto. – la conversación había tenido varios giros, había pasado de ser optimista a un contexto completamente realista, en el que no se presentaban más que tragedias y el panorama era desolador.

-Pero, si es así, entonces ¿qué va a hacer…?

-Naruto será rey, como lo he dispuesto. Nadie tendrá porque enterarse.

-Pero, tarde o temprano se sabrá. Si usted encubre una cosa como esta, podrían incluso…

-¿Fusilarme? ¿Qué acaso crees que no soy consciente de ello? Conozco los riesgos, y estoy dispuesta a asumir las consecuencias.

-¿Kakashi está enterado de esto?

-Por supuesto, y está de acuerdo.

-Majestad, perdone si la ofendo, pero no cree que las cosas podrían salirse de control. No sabemos siquiera que sucederá a la llegada de los mandatarios, adelantarse a una conclusión como esa, es sumamente peligroso, es impredecible.

-Lo sé, pero tenemos que intentarlo, es la única forma de que Naruto se mantenga al frente del legado de su padre sin ningún riesgo.

-Lo sé alteza, pero, todo esto me hace pensar que sería mejor para Naruto-kun, no ser rey jamás. Aún está a tiempo, aún puede mandarle lejos de aquí y ahorrarle toda esta pena que se avecina.

-No niego que lo he pensado. Pero no es lo justo, no sería justo para él ni para nadie…

-Más bien, no sería justo para usted, ¿no es cierto? – Tsunade le miró estupefacta – Ha esperado tanto este momento, que su deseo le ha segado, piense en el sufrimiento que le causará a ese muchacho pelear por una causa perdida, piense en lo mucho que habrá de sufrir usted y el reino entero…

-¡Shizune ya es suficiente!

-Lo siento majestad, es solo que, me preocupa, todo esta situación, no es más que una anomalía y no puedo dejar de imaginar el peor de los escenarios.

-Piensa positivamente y ruega porque todo baya de acuerdo al plan.

-Lo haré, alteza. – Inclinó la cabeza.
 

2 comentarios :

Unknown dijo...

yo se que tsunade estaría en peligro por que naru es doncel y los donceles no pueden ser reyes ewe
ahsssss sasu y naru tuvieron un acercamiento kiaaaaaaaaaaaaaaaaaa , amo ver que sasu se comporta tal y como el es con naru <3

Sora Tapia dijo...

Al leer este capitulo solo me llega a la mente una cosa, que Naruto tiene algo que le impide ser rey a pesar de que es hijo de Minato y creo saber que es, por eso necesitan a Gaara

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